domingo, 12 de agosto de 2012

Rajoy debería quitarse el "meyba"




Rajoy debería dejar de mirarse en el espejo con el “meyba” de Fraga, el “meyba” de Palomares, y regresar a Madrid sin pérdida de tiempo. En Pontevedra no pinta ni resuelve nada útil. Travestirse de langostino con la que está cayendo en la Galicia profunda tiene sus riesgos. Lo mínimo que le puede ocurrir es que se le aparezca el ectoplasma de la señora de Meirás en forma de tirabuzón mohíno. El Gobierno haría bien en reunirse, (en Madrid, no en El Pazo) y aprobar sin pérdida de tiempo los “400 euros de Zapatero”, como los denomina el impresentable Alfonso Alonso, y la tarjeta sanitaria para los “sin papeles” que se encuentran en España. Por estos pagos sólo se habla de las olimpiadas y del alcalde de Marinaleda, esa espesa tinta de calamar que oculta en las calores de este verano, a falta de otras noticias, la incompetencia de un Gobierno socarrado y superado por los acontecimientos. Aquí no se trata de repartir la riqueza al estilo de Luis Candelas ni de escuchar las simplezas sobre tal cuestión que lanza a los medios el actual ministro del Interior. Lo que se impone en España es un Gobierno que tenga claras las prioridades de los españoles y obre en consecuencia. Dar continuos palos de ciego; arrodillarse ante Merkel con vergonzoso vasallaje; priorizar la salvación de ciertas entidades bancarias en quiebra a costa de imponer  recortes severos en Sanidad y Educación;  “jugar” a utilizar idénticas medidas con las Comunidades Autónomas (como dice Rubalcaba) a aquellas otras que Europa impone a España, son sólo una pequeña muestra de lo que no se debe hacer a la hora de administrar un país en recesión, muy harto de soportar a políticos incompetentes que se amparan en la mayoría absoluta para ejecutar disparates encadenados, y con unas tasas de desempleo en alza. Hoy, “El País” hace dos entrevistas sustanciosas: una de ellas a Rodolfo Martín Villa; la otra, a  Antonio Gala. Martín Villa, hombre público con muchas horas de rodaje en diferentes gobiernos desde los lejanos tiempos del franquismo, afirma que “la crisis institucional, es el problema real de España. Porque no se han arbitrado los mecanismos y organismos solventes para regular a los reguladores: desde el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial al Banco de España o la Comisión de la Energía, todos se nutren por cuotas del partido. Eso no puede ser”. Antonio Gala, en cambio, es mucho más rotundo. A la pregunta de Borja Hermoso, “¿Que opinión tiene de los que toman decisiones ahora mismo?”, Gala no se corta un  pelo: “Da la impresión de que este país está gobernado por una colección de tontos que se han reunido para jugar a algo, a las cartas, o al dominó, y no saben las reglas. Y luego está el pobre Rajoy, que a mí siempre me dio risa, pero ahora me da pena porque no sabe qué hacer. La verdad es que estamos gobernados por una pandilla de gilipollas”. Pues eso.

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