Mientras se confirma que Amancio
Ortega es el tercer hombre más rico del mundo, el Ayuntamiento de Gerona cierra
con candados los contenedores de los supermercados en evitación de que los más
menesterosos busquen comida. Este es el país del espejo de dos caras. Al tiempo
que estas cosas ocurren, el Rey recibe hoy a Cándido Méndez y a Ignacio
Fernández para conocer por boca de los líderes de los principales sindicatos el
calado de la crisis, el impacto en la clase trabajadora de las medidas de
auteridad impuestas por Europa y el calendario de protestas previstas antes de
marchar a Mallorca de vacaciones. Ayer, el Heredero, su consorte y las hijas de
ambos montaban en un trenecillo de madera desde Palma hasta Sóller. De alguna
manera hay que matar el tiempo. “Libertad digital” comenta hoy al respecto que
“los príncipes de Asturias y las infantas, como una familia más, ocuparon dos
bancos de un tren en un vagón en el que iban otros turistas y durante varios
minutos posaron para los fotógrafos y cámaras de televisión que les aguardaban
en el andén”. Puro “marketing” zarzuelero para tiempos difíciles eso del tren
chu chú y lo de “cómo una familia más”. Como una familia más, nada. A una
familia corriente no le esperan en el andén de la estación ni las cámaras de
televisión ni los fotógrafos de la prensa de la bragueta. ¿Qué tendrán previsto
para mañana? ¿Montar en burrito? ¿Ir a los tiovivos? Dejémonos de pamplinas,
que estamos a punto del rescate y el horno no está para bollos. Al ciudadano,
hoy, con la que está cayendo, le importa un bledo dónde se encuentra el
heredero de la Corona
y a qué dedica su tiempo libre. Bastante tiene con mantenerlo a cuerpo de
príncipe.
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