miércoles, 22 de agosto de 2012

Tocando la zanfona



Uno tiene sus manías, que siempre merecen respeto. Cuando visito Madrid y dispongo de tiempo libre tengo la querencia, como esos toros de lidia que se refugian en tablas, de visitar el Museo Romántico de la calle  San Mateo. Lo normal sería que visitase “El Prado” o el “Reina Sofía”, pero nada de eso, una extraña fuerza me atrae hasta la calle de Fuencarral. Recuerdo que, en una ocasión, visitando el Museo, noté en falta un cuadrito muy pequeño, casi del tamaño de un recordatorio. Se trataba de la famosa “Ofelia” dibujada a lapicero por Gustavo Adolfo Bécquer. Mi curiosidad hizo que se lo comentase a  la portera mayor; y ésta, con una amabilidad que agradezco, me puso en contacto con Mercedes Rodríguez, la directora. Mercedes, me acompañó hasta el piso superior donde se encontraban las piezas que esperaban ser restauradas. Y de un armario sacó un papelillo, que no era ni siquiera de cartulina, y lo puso ante mi vista. Creo que hasta me temblaron las piernas por la emoción que sentí. Era “Ofelia”. En el lado derecho de su falda, justo por donde Bécquer había trazado el lapicero, el papel se había cortado. Mercedes me permitió que sujetase aquella pieza unos segundos en mis manos, la tomé por los bordes con las yemas de los dedos con sumo cuidado y ello supuso para mí una complacencia inefable. Lo que acabo de contar viene a cuento con algo tristemente sucedido en el Santuario de la Misericordia, en Borja. En su interior había un fresco en muy mal estado de conservación. Se trataba de un “Hecce Homo” pintado por Elías García Martínez a principios de la década de los 30 del siglo XX. Al parecer, una señora de avanzada edad entendió que había que restaurarlo. Y sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, aprovechando que las puertas del Santuario siempre estaban abiertas para el visitante, el pasado mes de julio tomó unos pinceles y unos botes de pintura e intentó “reparar” el fresco según su saber y entender. El resultado final no pudo ser más catastrófico. Ya están apareciendo en Twitter algunos “tuits” de lo más bochornoso. No entraré al trapo en ese juego de despropósitos. Rotundamente no, me niego.

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