Lo de Iñaki Urdangarín es de
libro. Como está excluido de los actos protocolarios de la
Casa Real, aprovechó el acto oficial en
conmemoración del centenario de Juan de Borbón, el pasado día 20, para
marcharse a Londres. Y por aquello de “ir por atún y ver al duque”, aunque más
correcto hubiera sido decir “ por aquello de ir a gastarse la pasta gansa en la
ruleta del casino, como ya hacía con Torres, y tratar de pedir una ocupación
bien remunerada y de poco esfuerzo al amigo de su suegro”, aprovechó la
estancia en Londres para acercarse a Aspinalls, casino de élite, y apostar
miles de libras esterlinas, según cuenta “El Confidencial”, diario digital que
añade “iba acompañado de una mujer joven y de aspecto elegante y de dos
guaraespaldas” que, aunque no lo señala, pagamos todos los españoles con
nuestros impuestos. Este duque consorte, que supuestamente no ha podido pagar
varios plazos de la hipoteca de su casa de Pedralbes por su presunta “asfixia
financiera” y que en la actualidad se encuentra mano sobre mano, al haber
terminado su contrato con Telefónica y no haber prosperado su traslado laboral
a Qatar como ayudante de Valero Rivera para entrenar a la selección nacional de
balonmano de ese país, parece ser, y así se especula en “círculos generalmente
bien informados” (como decía el ABC en tiempos de Luis María Anson cuando se
quería lanzar una noticia sin “mojarse” por no haber contrastado la fuente) que
busca en Londres lo que no consigue en España, es decir, intentar ser
incorporado a la cadena “Duty Free Shops”, del millonario inglés Robert Warrent
Miller, padre de Marie Chantal, mujer del hijo de Constantino, ex rey de Grecia
y hermano de la reina Sofía. La cadena “Duty Free Shops”, curiosamente, también
es propiedad del francés Bernard Arnault, amigo del rey Juan Carlos y dueño de
“Louis Vuitton”. Un intento que lleva
las trazas de ser harto dificultoso, o sea, más difícil que aquella “aventura”
de Anson, otra vez vuelvo a Anson, de conseguir aquella mañana del 17 de marzo
de 1984 la exclusiva de los inéditos “Sonetos del amor oscuro” de Lorca,
partiendo de un “chisme” que le había contado Pablo Neruda años antes.
(“Anson”. D. Forcada y A. Lardiés. La
Esfera de los libros. Madrid 2010. pp. 837-838). Obvio los
detalles. Si Iñaki Urdangarín tuviese algo de decencia, debería intentar pasar
inadvertido por la vida, como una estrella fugaz, deslealtades aparte.
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