El pasado sábado comenzó el Año
Jubilar Macareno y los peregrinos, romeros y promesantes que acudan al templo
sevillano hasta el 1 de junio de 2014 podrán obtener indulgencia plenaria. Santa María
de la Esperanza Macarena,
o simplemente “La Macarena”, como se la
denomina en el argot popular tanto a la
iglesia como al populoso barrio
hispalense, es de reciente construcción y obra del arquitecto Aurelio Gómez
Millán. Sus trabajos de construcción comenzaron en 1941, cuando se colocó la
primera piedra y se bendijeron los terrenos por el arzobispo Pedro Segura,
concluyéndose la obra en 1949, siendo bendecida el 18 de marzo de aquel año por
el mismo arzobispo y actuando como padrinos el general Queipo de Llano y
Serafina Salcedo, esposa de Francisco Bohórquez Vecina, que fue Hermano Mayor
de la Hermandad
de la Esperanza (Macarena) hasta
su fallecimiento el 11 de noviembre de 1955. Bohórquez Vecina fue auditor de
guerra, hombre de confianza y brazo derecho del jefe de la Segunda División
Militar (Queipo de Llano) en la represión subsiguiente al golpe del 18 de julio
de 1936 contra la II
República. Fueron numerosas las sentencias de muerte a las
cuales el auditor dio su aprobación, como demuestra el historiador Francisco
Espinosa en su libro “La justicia de Queipo”. Por cierto, el 31 de mayo de 2006
Ubrique, pueblo natal de Bohórquez, le retiró la distinción de Hijo Predilecto
de la Villa,
así como el nombre de una calle, que pasó a denominarse Calle del Perdón. Pero,
como decía, el templo de La
Macarena fue consagrado por
José María Bueno Monreal el 7 de octubre de 1966 y por una bula
concedida un mes más tarde por Pablo VI,
obtuvo la dignidad de basílica menor. La obtención de indulgencia plenaria
puede ser un importante acicate para que el “turismo religioso” acuda a
Sevilla, junto a peregrinos, romeros y promesantes. Sevilla tiene luz y siempre
merece una visita. Pero, a mi entender, por encima de intentar conseguir
méritos para ir al Cielo, bueno sería que se aplicase la Ley de la Memoria Histórica
y se trasladasen al Cementerio de San Fernando los restos mortales de Queipo, que reposan desde su fallecimiento
en La Macarena
bajo una lápida a nivel de suelo donde ponía textualmente: “Aquí reposa en la
paz del Señor el Excelentísimo Sr. Teniente General D. Gonzalo Queipo de Llano
y Sierra. 18 de julio 1936.- 5 Febrero
1875- 9 marzo 1951”;
y que fue hábilmente sustituida por otra “más suavizada”: “Aquí reposa en la
paz del Señor. Hermano Mayor Honorífico (recuadrado) D. Gonzalo Queipo de Llano
y Sierra. (En recuadro el símbolo de la Hermandad) y debajo: 5 febrero 1875-9 marzo 1951”. De esa manera se
intentaba “justificar” tal enterramiento dentro de la iglesia sin alimentar
excesivos recelos. Lo que sucede es que resulta harto dificultoso rebozar con títulos píos de hermandades marianas lo
que no tiene justificación en la memoria de los españoles. Todos los andaluces
son conocedores de las arengas radiofónicas de aquel “iluminado” en la Plaza del Duque y de que
durante muchos años la Virgen Macarena
procesionó por las calles de Sevilla luciendo el fajín de ese sanguinario
militar. Por fortuna, en la actualidad esas cosas ya no suceden.
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