Un plumilla de “La Razón”, cansino hasta la
grosería y ofuscado con lo que pudo haber sido y no fue, recuerda hoy a
Santiago Amón Castellano en el vigésimo quinto aniversario de su muerte en
trágicas circunstancias. Y aprovecha la triste efeméride de tan desgraciado
accidente de helicóptero para ir adonde él quería llegar, es decir, a su
morbosa fijación por la figura de Juan
de Borbón. Este plumilla, digo, podía haber aprovechado su artículo para
recordar, también, a Rosa de Lima Manzano, licenciada en Derecho por Deusto y
directora general de Tráfico, a Alberto Acitores, periodista y diputado
socialista por Palencia, y a los pilotos
Santiago Aizpurúa y Manuel Moratifia. Pero no, el gacetillero de la
morbosa fijación, que doy por hecho que siempre sacaría a relucir al padre de Rey aunque
escribiera sobre libros de cocina, no tiene en su ánimo recordar a los dos
pilotos y los dos políticos socialistas que, junto al intelectual Amón, se
estrellaron en los riscos de La
Cabrera, cerca del pueblo de Valdemanco. Curiosamente, de esa
zona se extrajo el granito que utilizó Salvador Dalí para que sirviera de base
a la estatua de Felipe II, en la plaza de su mismo nombre y en sustitución de la de
Álvaro de Bazán, tras consulta popular a los madrileños por parte del
Ayuntamiento. La escultura es una reproducción en bronce de otra de Leone y
Pompeo Leoni que se conserva en el Museo del Prado. La estatua de Álvaro de
Bazán fue trasladada a la calle de Montalbán, cerca del Cuartel General de la Armada. Pero a lo que iba. El plumilla utiliza la figura de Amón como
soporte de sus raras fijaciones: “En los años sesenta, convocó elecciones [el
profesor Amón] en la clase de ‘Preuniversitario Letras’ del Colegio Alameda de
Osuna para votar a quien había de presidir el aula. Anunció solemnemente el
resultado: ‘Manuel Azaña, un voto; Francisco Franco, cuatro votos; Don Juan De
Borbón, diez votos’. Y Don Juan presidió la clase, lo que dio lugar a una
irascible reacción del profesor de Formación del Espíritu Nacional, que se
quejó ante el Director del colegio y el Ministerio de Educación. Con el
Director no hubo problema porque se trataba de don José Garrido, monárquico
hasta las cachas. Pero el Ministerio obligó a retirar la fotografía de Don Juan
y sustituirla por la de Franco”. La niebla, a veces, impide que los
helicópteros lleguen a su destino, en aquel caso a Aguilar de Campoo, donde
aquel triste jueves se iba a celebrar un acto presidido por la reina Sofía,
para hacer entrega de la medalla de honor de Europa Nostra al arquitecto José
María Pérez, Peridis,
otorgada por su trabajo en la rehabilitación del monasterio de Santa María la
Real. La anécdota del Colegio Alameda de
Osuna, la sustitución de la foto de Franco por la de Juan de Borbón, etcétera,
no sirve ni como chascarrillo de café. Aburre.
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