
lunes, 29 de septiembre de 2014
Se muere Boyer pero queda su "decreto"

domingo, 28 de septiembre de 2014
La paga del "Nescafé" para Gallardón
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sábado, 27 de septiembre de 2014
El enigma de los jeroglíficos

“La situación en la que estamos no puede
ser más desconcertante: la
Generalitat viola la legalidad; el Gobierno de España no
obliga a la Generalitat
a cumplir la ley, ni toma las medidas oportunas contra ello; el primer partido
de la oposición, el PSOE, se calla por la cuenta que le trae sus problemas con
el PSC y lo mismo ocurre con IU; y los ciudadanos observan atónitos este
espectáculo de fraude del Estado de Derecho y de absoluto vacío de poder”.
Y dicho eso, hoy sábado, 27 de
septiembre, Mas ha firmado el decreto de convocatoria de autodeterminación de
Cataluña para el día 9 de noviembre. Consta de seis puntos y una disposición
final. Una consulta que costará a Cataluña casi trece mil millones de euros. Y
ahora viene la pregunta de Josep Pla,
cuando en agosto de 1954 le enseñaban la luminosidad de un Nueva York nocturno a bordo de un
helicóptero: “¡Oiga!, y todo esto, ¿quién lo paga?”. Suscribo lo que escribía
el biólogo Manuel Peinado en
su blog “Sobre esto y aquello”
(29.11.11), donde afirmaba:
“Sabido es que cualquier empresario siempre
se juega su dinero cuando crea una empresa, pero en política la cosa es distinta;
siempre se dispara con pólvora del rey. Lo que el elector hace es firmar un cheque en blanco a un desconocido
que, en muchas ocasiones, camina insensatamente hacia el precipicio en el que
acaba por despeñar a todos”.
Dice Laura Freixas en El País que
“el independentismo promete el paraíso en la tierra sin ningún coste”. Y para
ello se manipulan los sucesos del 11 de septiembre de 1714 y la figura
romántica del conseller en cap Rafael
Casanova, vestido de coronel, con
tricornio y casaca de galones dorados, empuñando
el pendón de santa Eulalia, según el
cuadro de Estruch. Es difícil
resolver en política el enigma de los jeroglíficos aunque, como acontece con la
deuda amortizable, tengan la garantía del Estado.
viernes, 26 de septiembre de 2014
Desánimo

El artículo de Juan José Millás
en la contraportada de hoy en El País,
“Desarraigo”, parece como sacado de una película de Fellini, pero no es así, es
lo que sucede hoy en en el suburbano de
Madrid:
“Una mujer en el metro, con una maleta, y
otras cinco o seis la semana pasada. Viajan dentro de la ciudad. Quizás han
estado 15 días con un primo y ahora van a pasar dos meses en casa de una tía.
Tal vez han encontrado una habitación más barata en otro barrio, al que se
dirigen ahora. (…) Maletas como prótesis, de tela, a punto de reventar y
eviscerarse por la línea de la cremallera. En su interior, revuelta con la ropa
íntima, la sartén, el cazo, las fotos familiares, se agita una historia
familiar de desarraigo. (...) Hemos hecho turismo en los países de los que
ellas vienen. (…) Cuando vuelvan, si vuelven después de haber servido diez o
doce millones de cafés, quinientos mil gin-tonics
y doscientos mil platos del menú del día, serán turistas en su casa. Aquí son
mujeres que van de un lado a otro, en el metro, con una maleta”.
El artículo es más largo, pero
ahí dejo de muestra ese botón, que es como un punzón que un día aparece en una
playa como resto de un naufragio. Al final terminaremos todos en la diáspora,
como aconteció cuando perdimos la última batalla. Yo tengo un hijo que aprobó
en dos ocasiones la dura oposición a profesores de Secundaria por la Comunidad de Madrid. Y
le siguen llamando para hacer sustituciones en calidad de interino: ora en
Parla, ora en Torrejón, ora en Collado-Villalba… Necesita más puntos para poder consolidar plaza. Y cada fin de semana
le veo tomar la maleta un domingo por la tarde, meterse en un autobús infame
durante cuatro horas interminables, y al llegar a la Estación de Autobuses de la Avenida de América, tomar
varios metros o trenes de cercanías para llegar a su casa alquilada no se sabe
por cuanto tiempo.
“Han recorrido todas las líneas, podrían
recitar el nombre de las estaciones como una oración desesperada.
Valdeacederas, Tetuán, Cuatro Caminos… (…) En las estaciones donde no hay
ascensor o las escaleras mecánicas están estropeadas, suben y bajan las maletas
con la naturalidad con la que suben y bajan sus riñones, su corazón, su
páncreas. Son un Estado dentro del Estado, una nación encapsulada en la nación.
El Gobierno que preside Mariano
Rajoy cuenta a la rosa de los vientos que la economía de España mejora y hasta
es posible que hayan bajado las listas del desempleo. Los jóvenes se marchan al
extranjero con tropecientas carreras universitarias, en un vano intento de poder
ver una luz al final del túnel en el que nos han metido los mismos miserables
tipos fríos y calculadores que derramaron lágrimas de cocodrilo en el entierro
de Botín; mientras los españoles nos conformamos con cantar barcarolas y
en que, en los trenes de largo recorrido
camino de lugares distantes y con poco sol, no nos entre la carbonilla del
esplín en los ojos.
jueves, 25 de septiembre de 2014
Un asunto muy serio

miércoles, 24 de septiembre de 2014
Andar al raque

martes, 23 de septiembre de 2014
Periodismo de baja estofa

lunes, 22 de septiembre de 2014
Coronas

viernes, 19 de septiembre de 2014
La imagen es lo que cuenta
Hace unos años, Juan J.Ruiz-Rico, catedrático de
Derecho Constitucional de la Universidad de Granada
escribió el libro “El sexo de sus
señorías” (Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 1991) donde el autor proponía a
los lectores que le acompañasen en un viaje fascinante en el que el lector se iba a encontrar “con el esperpento y el
coraje, con la sordidez y la esperanza” Así empezaba el libro. Pues bien, hoy
me entero de dos noticias que me han dejado tarumba. Una de ellas nada tiene
que ver con la Judicatura,
que siempre es un alivio. Hace referencia a que los alumnos aragoneses de
Primaria deberán estudiar literatura canaria. Está claro que la consejera de
Educación, Dolores Serrat, no se ha tomado la pastilla. Me vienen a la cabeza
algunos autores de finales del siglo XIX, como Ángela Manzini, gaditana de padre italiano, casada con Honoré
Bridoux, que llegó ya viuda a Santa Cruz de Tenerife en 1852, que
publicó algunos artículos y escribió de moda; Mercedes
Letona del Corral, coetánea de la anterior y que colaboró el la Ilustración de Canarias escribiendo endechas; María
Joaquina Viera Clavijo, excelente poetisa en versos esdrújulos a la manera de Bartolomé Carrasco de Figueroa; Victoria Ventoso, autora de Ensayos poéticos, que permanecen inéditos;
Fernanda Siliuto; Cesarina Bento; Ana Laso de Cubelo, autora de unas quintillas dedicadas a su hija
muerta; Agustina González Romero,
alias La Perejila, de la que se sabe que su obra era
satírica y burlesca; y poco más que añadir, salvo que haga referencia don Benito
Pérez Galdós. La otra noticia viene hoy dada en Heraldo de Aragón y hace referencia a una nota interna del comisario jefe de la provincia de Zaragoza,
donde se señala que jueces y fiscales se han quejado de la vestimenta con la
que acuden los agentes a declarar como testigos, y que ha creado un fuerte malestar entre los miembros del
Cuerpo. La nota interna insta a que los funcionarios vayan a declarar
“debidamente aseados y vestidos, a ser posible con chaqueta y corbata”. La
razón es que jueces y fiscales manifiestan “dificultades” a la hora de
distinguir entre testigos y acusados. O sea, aquí de lo que se trata es que el
reo vaya engrilletado al estilo de Eleuterio
Sánchez, cuando éste no sabía leer ni escribir, y los policías al modo de
los Albertos, pero sin gabardina.
Pues nada, todo es cuestión de proponérselo. La obligación del malo es tener
cara de malo y ser condenado a muchos años de prisión; y la del bueno,
parecerse a Rafael Jiménez de Parga
o a Alfredo Sáenz cuando éste era
presidente de Banesto. Los indultos estarán asegurados.
jueves, 18 de septiembre de 2014
Tensar la cuerda

¡Menos mal que el verano se termina...!

miércoles, 17 de septiembre de 2014
El milagro del mercadillo

martes, 16 de septiembre de 2014
Preocupación

lunes, 15 de septiembre de 2014
Del Comercio
Yo no sé si ahora pero hasta hace
poco, cuando el dueño de una tienda de telas o de comestibles se moría en una
ciudad de provincias, al día siguiente aparecía su esquela en el periódico
local de un tamaño equivalente a la fortuna dejada, donde ponía “Fulano de
Tal”, y debajo: “del Comercio”. Si las esquelas se incrustaban en el diario Abc, curiosamente todas ellas eran las
correspondientes al número 3, o sea,
de 96x151 mm. Parecía como si existiese un acuerdo tácito entre los comerciantes
de pro. Ser comerciante era cosa importante en las ciudades cabecera de
comarca. Allí acudían las gentes de los pueblos próximos para ir al médico
especialista, al notario, al juzgado, a
adquirir el ajuar de una hija próxima a casarse, o una gabardina, o un traje príncipe de Gales. Ser “del Comercio”
equivalía a tener capacidad de resolver dudas sobre cómo sentar las costuras
con jaboncillo de sastre o coger dobladillos, y dar salida a pellizas, saltos
de cama, guayaberas y trajes de primera comunión. Los comerciantes de antes
eran gente muy seria, de fácil trato y que jamás echaban la persiana sin haber
hecho arqueo de caja y sin haber consignado los movimientos diarios de la caja
registradora en el libro copiador. Ayer murió Isidoro Álvarez, del Comercio. Sólo una semana antes había muerto Emilio Botín, del Dinero. Ambos tenían
la misma edad, 79 años. El Banco de Santander, a través de Santander Consumer Finance, se había convertido en octubre del año
pasado en el gran socio financiero de El Corte Inglés, al comprar el 51% de su
financiera en 140 millones de euros. El mayor banco privado de España entraba en la mayor cadena de distribución. El beneficio era mutuo. El Corte
Inglés dejaba de incluir en su contabilidad 1.500 millones en deuda de clientes,
que no es poco, y el Banco de Santander se hacía con 10 millones de tarjetas y
nueve millones de clientes de esos grandes almacenes. Hace sólo unos días
había entrado de lleno en esos grandes almacenes como un elefante en una
cacharrería, Manuel Pizarro, con
cargo de adjunto a la
Presidencia. Se anunciaba en los medios como la bomba.
¡Quietos paraos! Hasta hace poco, existía todo un lenguaje de las esquelas
mortuorias, de la misma manera que existía el leguaje de las flores o el
lenguaje de los abanicos. Así, cuando el fallecido era militar de carrera, bajo
su nombre se ponía el grado que tenía antes de pasar al retiro o a la reserva.
Pero si el uniformado era chusquero, bajo su nombre ponía “militar”. De esa
guisa, ningún lector podría hacer chascarrillos facilones ni rimas satíricas
para saltar a la goma elástica; verbigracia: “Un teniente de la Escala de Reserva/ con la
picha abría latas de conserva”, o sea. En fin, no hagamos bromas, que por menos
estoy seguro que hubiese dimitido Azaña,
que era muy suyo.
domingo, 14 de septiembre de 2014
Cebollas
No tengo nada en contra de la
cebolla de Fuentes de Ebro, con denominación de origen protegida. La producción
de este año parece ser que superará los 4 millones de kilos y estoy seguro de
que su recogida en el campo, y su posterior puesta en los mercados nacionales y
extranjeros, ayudará a paliar de alguna manera el bache económico actual, con
pocos visos de solución. Pero si les digo la verdad, a mí me gustan las
cebollas de toda la vida, las “grano de
oro”, esas que hacen llorar cuando las picamos. Las cebollas de Fuentes de
Ebro, con todos los respetos hacia los agricultores de esa zona aragonesa, no me son de utilidad para confeccionar
determinados platos. Hace pocos días las utilicé para hacer unos calamares en
su tinta, que tanto me gustan cuando van acompañados de arroz blanco, al que
antes de ponerlo en la mesa lo he lavado al grifo para quitarle buena parte de
su almidón. El resultado fue que aquellos calamares tenían sabor dulce y la
culpable de aquel dulzor, para mí nada agradable, era debida a la cebolla
utilizada. Sucede algo parecido con la cebolla morada procedente de Italia y
con la escalonia francesa. El gran cocinero Ángel Muro estaba convencido – y así lo dejó escrito en El practicón- de que “sin la cebolla no
sería posible la cocina”. Y en su libro
enseña de un modo fácil cómo hacer sopa de cebolla, puré de cebolla,
cebollas rellenas y cebollas asadas. Curiosamente, ese magnífico tratado de
cocina no hace muchas referencias a la cebolla caramelizada ni a las morcillas
de cebolla. Tampoco me consta haber
leído algo referente a la confitura de cebolla,
hoy debidamente envasada en frascos de cristal por la empresa murciana Hero y a la venta en la mayoría de los
supermercados. Deberé seguir buscando.
sábado, 13 de septiembre de 2014
Pobres de solemnidad
Cuenta Moncho Alpuente hoy en el diario digital “Público” algo que no deja de ser gracioso: el padre de Emilio Botín, el abuelo de Ana
Patricia solía hacer caso omiso de una mendiga que le abordaba siempre a la
salida de misa pidiendo una limosna “por Dios”. Un día la mendiga cambió la
petición, “por Dios y por la
Virgen” y el patriarca abrió su cartera y dijo: “con dos
avalistas ya es otra cosa”. Ser pobre de solemnidad en este país es una
cosa muy seria. Un pobre de solemnidad es un “pata negra” que no se coloca en
cualquier esquina alargando la mano, no. Esas cosas las hacen los pedigüeños
que dejan asomar una pierna mutilada a la puerta de una parroquia de barrio,
un advenedizo del Este obligado a entregar la recaudación a la caterva mafiosa
de la que forma parte, o los nuevos pobres, ya legión, que desconocen las artes
de pedir sin que parezca que piden. Los pobres de solemnidad, los que ya tienen
plaza en posesión y muchos trienios a sus espaldas, disponen de sitio fijo y de
ahí no hay quien los mueva: ora la puerta de un bingo, ora a la entrada de la catedral a
la hora misa de doce... Da igual el tiempo que haga en el exterior. El pobre de
solemnidad, si llueve o sopla el nordeste se refugia en la cafetería próxima
donde sabe que, sin siquiera pedirlo, recibe del camarero de barra un bocadillo
de calamares y un chato de vino peleón. Nunca lo pide. Suplicar una limosna a
cambio de un “Dios se lo pague” es cosa de pobres de medio pelo. El pobre de
solemnidad se pone muy digno a la puerta, como digo, y saluda respetuosamente a
todo aquel que entra y sale con la única intención de que le devuelvan el saludo,
que no es poco cuando se es sabedor de que los desheredados de la fortuna
pareciera que fuesen de cristal, que nadie les mirase a la cara. Es como si no
existieran. La mendiga que abordaba al viejo Botín no era una mendiga pata
negra. De haberlo sido, sabría que los ricos son ricos porque no dan ni un
celemín. Tendría que haberle dicho, en todo caso: “Buenos días, don Emilio, hoy
hace un día espléndido”. Que para disfrutar de un hermoso día de sol no hace
falta contar con dos avalistas.
viernes, 12 de septiembre de 2014
Diadas, transplantes y mascletás

jueves, 11 de septiembre de 2014
Un día para olvidar

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