Un tal A.Maluenda escribe hoy en Heraldo de Aragón sobre un
local de Chicago, que abrió sus puertas en 1926, y por donde – según afirma- “pasaron Al Capone y Sinatra”. Puede ser. De lo
que no estoy tan seguro es de que su nombre “Aragon”, así, sin tilde, se deba en modo alguno a nuestra región, por
más que lo afirme una tal Martha Botello, que regenta el actual local de copas
y de que su decoración inicial, ya inexistente, se inspirara en la España del siglo XVIII.
Un incendio calcinó el local en 1955 y
volvió a reabrirse en 1964, momento en el que sus anteriores propietarios, los
hermanos Karzas, traspasaron el negocio, donde más tarde hubo patinaje, boxeo,
etc. En 1966, el local de alterne volvió a cambiar de dueño y de nombre, por el
de “Cheetah Club”. Poco más tarde recuperó su nombre con añadidos, o sea,
“Aragon Entertainment Center”. Pues bien, al margen de lo que hoy pueda decir
la señora Botello, que posiblemente no sea capaz de cocinar una tortilla de
patatas ni ubicar Badajoz en el mapa, hay que pensar que tal vez Aragón haga
referencia a algún apellido, puesto que ese patronímico es común en España, que
España tuvo colonias en América hasta 1898 y que, por consiguiente, hubo muchos
españoles en la diáspora. Cualquiera de ellos, absolutamente olvidado, pudo
abrir un negocio en el Estado de Illinois: en Springfield, en Chicago,
en Aurora, en el Tuquestán ruso o en la Plaza de Tian'anmen, si se lo permiten los chinos. Leo por
ahí que el apellido Aragón es el quingentésimo decimotercero apellido más común
en España; y si lo repartimos por provincias,
el 5 por ciento de ellos están en Palencia, donde constituye el
trigésimo apellido más común, mientras que en la provincia de Zaragoza la
escala se va al puesto 1138, por más que parezca que el primer patronímico Aragón
proceda de Alonso de Aragón, hijo natural de Fernando II de Aragón y Aldonza
Ruiz de Ivorra.
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