Ya han retirado en Zaragoza las
flores a la Virgen del Pilar, donde días pasados el
espabilado de turno se hizo de oro haciendo fotos a aquellos que después de
aguantar fila subían hasta el balconcillo, donde estaba la imagen con el manto
rojo de claveles y la cruz de Lorena incrustada. No podías hacerte la foto con la cámara de un amigo, que tenía que
hacerlas el Delegado De Hacer Fotos, no sé si puesto por el Deán o por el Ayuntamiento que preside Belloch. Un carguillo para sólo breves
días pero con los que se come medio año. España es así, hay que ser delegado de
algo, aunque sea por unos días. Si no, no eres nadie. Ahora toca comprar
flores, aunque sean de plástico, para ponérselas a los muertos cuando empiece
noviembre. Cuenta Burgos en el Abc que está el naranjo en flor junto a la Torre del Oro. Otoño.
Acortan los días pero todavía no hace frío. Y los peatones, cuando nos
encontramos y nos saludamos, hablamos sobre cómo está España. Lo hacemos como
si se tratase de un familiar a punto de fenecer. “Hoy parece que ha amanecido
con mejor cara”, me dice el conocido de
acera. Yo le he contado mi queja: lo de las piruletas con forma de corazón. Le
he dicho que el fabricante de caramelos Fiesta,
José Ángel Mayoral Ortiz, se ve obligado
a cerrar su fábrica en Alcalá de Henares por no poder pagar a los acreedores.
Pero mi contertulio, sin inmutarse, ha preferido hablar sobre los gorriones.
“¿Se ha dado cuenta de que están desapareciendo los gorriones?”. “Pues no sé
–le respondo-, no me había dado cuenta”. Ahora mueren los olmos de grafosis,
los gorriones desaparecen y, como escribió Antonio
Gala, “vamos tanteando el vacío sin darnos cuenta de que el vacío somos
nosotros. En nosotros no concluye nada ni somos nunca el fin”. Ya ni siquiera
recordamos en qué jaula hemos estado cautivos. La vida, como envejecer, es irse
acostumbrando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario