Parece ser que no ha gustado
demasiado el artículo de ayer de Juan
Luis Cebrián, “El rey no gobierna,
pero reina”, en El País, que dirige Antonio Caño. Encabezamiento que ha sido tomado de otro igual -llama la
atención Cebrián- del ya fallecido Manuel
Jiménez de Parga. Los ataques llegan desde varios frentes: Abc, Libertad
Digital, El Siglo… De entre esos comentarios,
me quedo con uno de Luis G. de Cañuelo
en El Siglo, que a los montones de
cal le echa algunas paladas de arena cuando hace referencia al vergonzoso y precipitado
aforamiento del ex rey Juan Carlos
por parte del Gobierno que preside Rajoy.
En su artículo “De cómo ‘El País’
ningunea al rey Felipe VI”, comenta: “Es más cómodo el Supremo, sin duda
alguna, que el juez Castro. Si el
affaire del matrimonio Cristina/Urdangarín
y sus tejemanejes se hubiera visto en el Supremo es casi seguro que habría
acabado ya con una sentencia favorable a la infanta. Todo esto no se aguantaría
en un país serio”. (…) “El espectáculo dado a la ciudadanía con la atolondrada
protección del exmonarca nos conduce al túnel del tiempo. El esplendor de la Transición se ha ido
apagando. Volvemos a la
Restauración de aquel tinglado nefasto de una democracia
infumable al servicio de los potentados y no de los más pobres. De Cánovas
a Sagasta y, finalmente, Alfonso XIII ¿A dónde vamos?”. No lo
sé, pero sí sé adónde fuimos: al precipicio. Cebrián, en su artículo echa en
falta un Estatuto de la Corona,
“que reglamente el ejercicio, los deberes, las responsabilidades, privilegios y
límites” del monarca. No echa en saco roto Cebrián cuando afirma que “la
pasividad de las fuerzas políticas al respecto ha derivado ahora en un
espectáculo de improvisaciones incomprensibles en las que ni siquiera los
diputados europeos recién electos fueron invitados a la recepción en homenaje
al nuevo rey. Las detenciones de manifestantes que apoyaban a la República, la
recomendación policial de no lucir la bandera tricolor en los balcones o de no
enarbolarla en lugares públicos, además de vulnerar las libertades de expresión
y manifestación, ponen de relieve los temores del Ministerio del Interior a que
el ejercicio de los derechos constitucionales desluciera la toma de posesión de
un rey que lo es precisamente gracias a la Constitución”. Y el
que quiera entender, que entienda.
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