Martes, 7 de octubre, la Virgen del Rosario. Juan Alberto Belloch dice que “los
militantes han decidido que no haya primarias y eso va a misa”,
refiriéndose a la Alcaldía
de Zaragoza. ¡Jo, que poderío! Ya tenemos candidato a la búlgara, pero no sufran. Tiempo le pido al tiempo. Ya
verán como no es investido el “damasco” Carlos
Pérez Anadón, actual vocal de la Ejecutiva Federal
(la única voz aragonesa en la madrileña calle Ferranz, 70) y segundo teniente
de alcalde, por mucho que los militantes recen el rosario en familia. En la casta
socialista, quiero decir. El más culto, no sé si el más válido, no consiguió
los avales suficientes para poder competir a campo abierto. Me refiero a Javier Fernández López, profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de
Zaragoza, Facultad donde Pérez Anadón no llegó en su día ni al ecuador de la
carrera. Había otra candidata a la alcaldía socialista, Ekaterina Nikova, una economista búlgara de la que no tengo el
gusto de conocer su trayectoria política. Los papas siempre han recomendado el
rezo del rosario en familia por los beneficios que trae desde la Batalla de Lepanto. “No habrá primarias y eso va a misa”, ha
dicho Juan Alberto Belloch con tanto énfasis como el que ponía Patrick Peyton en la gran cruzada
mundial del Rosario en familia realizada en 1942 bajo el lema de “Familia que reza unida, permanece unida”.
Lo que pasa es que el PSOE lo tiene crudo en los próximos comicios municipales
en España. La actual travesía del desierto lo está dejando desnortado. Ni en
nuestro país se espera un cataclismo nacional que mueva de la silla a don Tancredo, a pesar de sus engaños y
de la excesivas presión fiscal soportada, ni los socialistas cuentan con un mirlo blanco que pueda sacar a su partido de la encrucijada en la que se
encuentra en la actualidad, ya sin el químico Rubalcaba haciendo experimentos en el laboratorio del mago don Pirulo. El PSOE todavía huele a Zapatero y ese penetrante hedor a
fosfatina no gusta a casi nadie. Pedro
Sánchez tampoco vale, si hacemos caso al
“Segundo Principio de Julio Cerón”:
“El que vale poco y se cree que vale
mucho, no vale”.
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