A mucha gente le alegrará el
invento que te permite estar limpio sin ducharte. La espuma bacteriológica
parece que será la solución en el futuro aunque, qué quieren que les diga, se
me antoja como el último invento del doctor Franz de Copenhague, el sabio danés que explicaba en el TBO a los lectores el mecanismo de sus
ingeniosos mecanismos, tales como la Abrigodolina,
el Pretujo o el Honguetus
Baobaris. Pues bien, ahora llega un spray con bacterias vivas para luchar
contra el mal olor y la mejora del aspecto de la piel. Nada menos que la bruma
bacteriológica. Leo por ahí, en El País,
creo recordar, que el inventor, un tal David Whitlock, tomó su propia persona
como conejillo de Indias y lleva doce años sin ducharse. Lo que ya no sé es cómo
serán los estratos de roña de sus pies o las capas de caspa de su pelo.
Recuerdo cuando unos nuevos ricos de un pueblo aragonés reformaron la casa. No
era “Villa meona”, que era la casa
donde vivía Miguel Boyer en Madrid rodeado de trece cuartos de baño, pero
dejaron un hogar muy adecentado, con un cuarto de baño completo: con su lavabo,
su bañera, su bidé, etcétera, y que llegó a ser la envidia del vecindario. Y en
cierta ocasión llegó al pueblo un político de renombre para inaugurar una
fuente de cuatro caños. En un momento determinado, el político tuvo necesidad
de exonerar el vientre por culpa de un apretón de esos que no perdonan. El
alcalde le ofreció el Ayuntamiento, pero el dueño de la casa reformada le
invitó a utilizar el flamante cuarto de baño de su domicilio. Y allí fue el
político. Una vez aliviado, al salir al pasillo se encontrón con la dueña de la
casa. El político la felicitó por lo limpio y bien preparado que tenía el
cuarto de baño. “Hemos reformado la
casa, sabe usted, -le dijo la dueña- y hemos aprovechado para modernizarlo
todo. Como habrá podido observar, hemos instalado bañera completa. ¡Quiera Dios
que no tengamos que usarla!”.
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