Don Juan Carlos de Borbón pidió perdón por su operación de cadera
tras su safari en Botsuana. Ayer Rajoy
pedía perdón en el Senado por la corrupción existente dentro de su partido y
por haber nombrado él a determinados corruptos. Queda muy bien de cara a la galería, en este
caso de cara al ciudadano harto, eso de la atrición y el propósito de enmienda,
pero no es suficiente. Falta la satisfacción de obra y aquí nadie devuelve lo
robado. El anterior rey abdicó con prisa inusitada pero sigue viviendo en La Zarzuela y gozando de
casi todos los privilegios que le asigna el Estado a la Corona. ¿Alguien lo
entiende? Rajoy, por otro lado, ni se plantea dimitir, a pesar del escandaloso
incumplimiento de sus promesas electorales y de las “algarabías” existentes en
el interior de su partido. Por estos
pagos ni se devuelve lo robado, ni se entra en la cárcel salvo excepciones ni
se cesa a todos los corruptos, que ya son legión. Sólo se airean las fechorías
de determinados chivos expiatorios que se apropian de lo ajeno “puenteando” al
partido en un intento vano de salvar el tipo ante la molesta situación creada. ¿Alguien
en su sano juicio entiende, por ejemplo, que pueda seguir en el Gobierno de
España la ministra Ana Mato? Que el
disfraz de enfermera del ébola sea la estrella de Hallowen es como para reflexionar. Y que Mato no se enterase de
nada y fuese apartada del caso por Soraya
Sáenz de Santamaría es como para echarse a temblar. A Rajoy, un tipo con
suerte, le ha salido bien que se haya curado la auxiliar de enfermería de
Becerreá. Pero podía haber salido mal. No se debe tentar a la suerte poniendo
aviones al servicio de frailes moribundos cuando el Estado no financia la cura
de la hepatitis C al considerar inasumible el alto precio del “sofosbuvir”, que el principio activo de
la pastilla de “sovaldi”. Tampoco se
debe confiar en que la economía de este país vaya mejor sólo por inercia, en
función de cómo tire para adelante la economía del resto de Europa. El dontancredismo, o sea, esperar quieto en
la mata por ver qué sucede por ahí afuera para recoger, si acaso, las migajas
del banquete ajeno nos está llevando a una situación insostenible. Rajoy supone
ahora que controlando RTVE se puede volver al viejo No-Do. Sólo falta dotar a
las aldeas de nuevos teleclubes y hacer una reposición de “Crónicas de un pueblo”, como tantas veces se ha hecho ya con “Verano Azul”, pero adaptando los
diálogos del cartero, del alcalde, del
cabo, del cura, del maestro y de los niños de la escuela de Puebla Nueva del
Rey Sancho a los vaivenes del momento. Eso sí, todo muy costumbrista y
edulcorado. En la serie anterior, la de Antonio
Mercero con guión de Juan Farias,
se enseñaba, de paso, el Fuero de los Españoles. Ahora, en una nueva serie, se
puede poner en marcha, por ejemplo, el ventilador que echa la culpa de todos
nuestros males a Zapatero y a los españoles en general, por haber gastado
por encima de nuestras posibilidades, que nos ha llevado a la crisis en la que
nos sumimos y que estamos superando gracias al esfuerzo del adalid Rajoy. De
hecho, ya se acaba de nombrar a José
Antonio Álvarez Gundín (subdirector de La Razón)
como director de informativos de TVE. La sombra de Lara es alargada. Su fiel escudero, Marhuenda, en quien éste tiene puestas todas sus complacencias, está
omnipresente en todas las salsas.
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