Lo más gracioso de la prensa de
hoy, si me lo permiten los lectores, es el fotomontaje del encuentro Hitler-Franco en Hendaya en “Libertad digital”, donde aparece en
medio de ellos alguien que ya ha sido trending topic por su osadía. Me refiero a Francisco Nicolás Gómez Iglesias, estudiante del Centro Universitario de Estudios Financieros ahora acusado de haberse hecho
pasar por asesor del Gobierno de España, por agente de CNI y por haber estafado
25.000 euros falsificando informes. La magistrada del Juzgado de Instrucción
número 24 de Madrid, que le puso en libertad provisional a primera hora de la
mañana del pasado 17 de octubre, refleja en
su auto, entre otras cosas, que “no acierta a entender cómo un
joven de 20 años, con su mera palabrería, aparentemente con su propia
identidad, pueda acceder a las conferencias, lugares y actos a los que accedió
sin alertar desde el inicio de su conducta a nadie”. De la misma manera,
el psiquiatra-forense que le atendió al ser detenido informó a la juez tras un
reconocimiento (no sabemos si de diván, como en las películas americanas) que
ese joven posee “una florida ideación delirante de tipo megalomaníaco”. ¡Toma
ya! Eso, dicho así, parece más un verso de “Claridad
triunfante” de Leopoldo Lugones
que otra cosa: “…que así, a la gloria
próxima del lírico derroche…”, o sea. Francisco Nicolás estuvo en los actos
de coronación de Felipe VI, en
reuniones con empresarios del Ibex-35, en desayunos
informativos, en el palco del Santiago
Bernabéu. Se presentaba como miembro de la Oficina Económica
o de la
Vicepresidencia, sin exhibir, y sin que tampoco nadie se la
exigiera ningún tipo de documentación acreditativa, y se desplazaba en un coche
carísimo al que ponía sobre el techo, cuando las circunstancias lo requerían,
una luz azul giratoria como las que llevan los vehículos camuflados de la
policía y que sólo utilizan en circunstancias especiales para abrirse paso.
Tuvo que ser la Embajada
de los EE.UU en España la que no permitiera “colarse” a ese joven a una
recepción dentro de sus instalaciones. A los sobrinos del Tío Sam es difícil dárselas con queso. En fin, el joven Francisco
Nicolás le ha metido un gol por toda la escuadra a todo un servicio secreto de la Cuesta de las Perdices que
está en la inopia. Félix Sanz Roldán
(secretario de Estado-Director de CNI) y Elena
Sánchez Blanco (secretaria general), ambos dependientes del Ministerio de la Presidencia, es decir
de Soraya Sáenz de Santamaría, deberían
pedir la cuenta por vergüenza torera. El sueldo hay que ganárselo.
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