Hay tipos que confunden el arroz con leche con el ancho de
vías. Tal es el caso de Antonio Burgos,
como ha quedado demostrado en su “Recuadro”
de Abc de anteayer, jueves. Resulta
que, según escribe: “Un señor que por lo visto no tiene nada más importante que
hacer, en vez de irse por las tardes a jugar al dominó a la Peña Trianera, que
sería lo suyo, se ha dedicado a denunciar a treinta y ocho alcaldes españoles,
porque dice que mantienen en sus ciudades símbolos del franquismo”. A mi
entender, de ser así, está en su derecho de hacerlo. Por mucho que el Gobierno
que preside Rajoy intente echar
tierra encima sobre la Ley
de Memoria Histórica, ésta sigue en vigor y es necesario acatarla. “Dedicarse
al rebusco de yugos y flechas - señala Burgos- todavía es tarea fácil en este
país”. Sin duda, son más fáciles de encontrar tales símbolos fascistas en
nuestras ciudades y pueblos que trufas por los montes de Teruel. Burgos, en su
artículo, comenta casos de injusticia histórica, quitando nombres de calles en
Sevilla a varios personajes, como el general Merry, Fal
Conde y Domingo Tejera. Vamos a ver: la placa de la avenida del general
Merry (Francisco Merry Ponce de León),
conde de Benomar, fue cambiada por la de Pilar
Bardem. Merry Ponce de León fue, en efecto, ayudante de campo del
general Valeriano Weyler en la
guerra de Cuba. En este caso, entiendo que hubo un error. No cabe duda de que
el rótulo “Avenida del general Merry”
indujo a confusión a los ediles del Ayuntamiento de Sevilla. Escrito así, no se
sabe si la placa hace referencia al luchador en Cuba, merecedor de todos los
honores, o a su hijo, Francisco Merry
Gordon, también teniente general, que se encargó de la Capitanía VII Región Militar,
con sede en Valladolid, y más tarde de la Capitanía de la
II Región Militar, con sede en Sevilla. Y
en ese último destino tuvieron lugar los sucesos del 23-F. Sabido es que hizo dejación absoluta de sus
funciones por el efecto que el alcohol, hasta el extremo de que la Capitanía estuvo en
manos del jefe de Estado Mayor, Gustavo
Urrutia, sin encontrar resistencia
alguna por parte de su jefe inmediato, Merry, que deambulaba borracho por
Capitanía vistiendo uniforme legionario y calado con gorra “tanquista”. El caso
de Fal Conde es distinto. Aquí no hubo confusión. Participó en la sublevación
de Sanjurjo, en agosto de 1932, en 1934 organizó el Acto del Quintillo contra la República, y participó
en los preparativos de la sublevación militar de julio de 1936, comprometiendo
la participación del carlismo, junto a Mola.
En el caso de Domingo Tejera de Quesada
entiendo que en él hubo luces y sombras, pero también falta de información por
parte del Ayuntamiento con el retiro de su placa. Tejera, a mi entender,
cometió el error de jalear desde su diario “La Unión” el
pronunciamiento de Sanjurjo, en
1932. Aquello le costó la suspensión del diario. Sufrió 69 procesos judiciales,
atentados y la destrucción de su domicilio. Fue encarcelado por el régimen
franquista en 1941.Murió tres años más tarde. Burgos, casi al final de su
artículo, se permite llamar “so pedazo de mamón” al aludido señor que “ha
cometido el pecado” de denunciar símbolos franquistas. Personalmente hubiese
preferido argumentos que insultos. Qué le vamos a hacer…
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