En su artículo “¿Completos bobos?”, escribía Javier Marías el pasado 14 de
septiembre en el suplemento semanal de El País: “Cuando la recuperación llegue de verdad –si es que llega–, habrá
que mirar las bajas, aunque casi nadie lo hará: una o dos generaciones echadas a
perder, a las que sus años más productivos se les habrán escapado; un montón de
jóvenes cualificados que no aportarán nada al país que los formó, sino al Reino
Unido, Francia, Alemania, Suiza u Holanda; millares de pequeñas y medianas
empresas que habrán echado el cierre por falta de créditos bancarios y por el
empobrecimiento general de su clientela; incontables científicos,
investigadores, arquitectos, artistas, que habrán debido suspender sus tareas y
actividades: España será de nuevo un desierto intelectual, artístico y
científico, como durante el franquismo.” En efecto, además de todos ellos,
quedará en el camino un reguero de
desahuciados a la intemperie; una legión de suicidados de los que nunca se
escribe en los periódicos por evitar el efecto dominó; una clase media
empobrecida; y, cómo no, unos pensionistas que se tuvieron que hacer cargo de
una prole que no era la suya. Dice Rajoy
que la economía empieza a marchar bien. Y la banca y las cajas, culpables
de nuestra ruina, y la televisión de Gobierno; y los medios informativos, con Francisco
Marhuenda a la cabeza, airean banderolas bicolores al estilo de cómo lo
hicieron, por poner un ejemplo, los montañeses, entonces castellanoviejos, tras
la toma de Santander el 26 de agosto de 1937, cuando soldados de la
IV Brigada de Navarra y de la División Littorio entraron hacia el
mediodía, vitoreados por una población enfervorecida y conservadora que
entendió como “normal” que se hicieran 17.000 prisioneros, muchos de ellos
fusilados de inmediato. En ese artículo, sigue diciendo Marías: “Lo que calla
[Rajoy] es que los parados computables son menos porque: a) muchos han
abandonado la búsqueda de trabajo, han desistido tras años de frustración; b)
otros muchos han ido cumpliendo una edad en la que ya es seguro que nadie los
contratará jamás; c) centenares de millares han emigrado al extranjero y por
tanto ya no llaman a la puerta del INEM ni de nada español; d) no pocos parados
de larga duración han muerto (bastantes suicidados), por lo que, obviamente, tampoco
cuentan; e) otra gran porción de la población ha optado por las chapuzas en
negro, ha convertido en su modus vivendi la actividad clandestina o
sumergida, y por tanto no tiene el menor interés en figurar en ningún sitio
oficial; f) cerca de un millón de inmigrantes de los años noventa y dos mil han
regresado a sus lugares de origen o se han dispersado por Europa, también han
dejado de contar. Si el Gobierno va eliminando a gente desesperada, a la larga,
por fuerza, le queda menos gente desesperada.”
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