Todo parece apuntar a que el próximo 19 de octubre se publicará una
edición completa de La Colmena sin
censuras, incluso con determinadas escenas de lesbianismo que no estaban en
ediciones anteriores de esa “Historia
incompleta de unas páginas zarandeadas”. Camilo José Cela ideo la
novela en sus visitas al madrileño Café
Europeo, en la glorieta de Bilbao esquina a la calle de Carranza, que era
uno de aquellos cafés llamados “de asiento”, no demasiado lleno por las
mañanas, algo más ocupado por las tardes y abarrotado de clientes por la noche
y en las madrugadas, propiedad de tres hermanas. Por allí pasó Juan Simarro González, el Ciego Simarro, figura muy popular a
pesar de su indigencia, cuyo recuerdo requeriría todo un capítulo aparte. Cela
escribió La colmena entre 1945 y
1948, pero ante el rechazo de la censura española tuvo que publicarla en
Argentina en 1951; en 1963 se permitió la publicación en España de una versión
incompleta y en 1966 se dio el visto bueno a la “definitiva”. Entonces, ¿qué versión
es la que va a salir a la luz ahora? En realidad, la novela describe tres días
en el Madrid de diciembre de 1943, donde el hambre y las cartillas de
racionamiento eran algo cotidiano. Consta de 6 capítulos y un epílogo. Los
cinco primeros capítulos son bastante largos, y los dos últimos muy breves. No
están ordenados de forma cronológica, a excepción del I y II que se refieren
respectivamente a la tarde y al anochecer del primer día. El III narra lo
ocurrido en la tarde del segundo día; el IV, la noche del primero; el V, la
tarde y noche del segundo día y el VI, el amanecer del día segundo. El Final es
la mañana de tres o cuatro días después. De manera que si pretendemos seguir un
orden cronológico, la distribución de los capítulos sería la siguiente: I la
tarde, H el anochecer, IV la noche, del primer día; VI el amanecer, III la
tarde, V la tarde y la noche, del segundo día; Final, la mañana, de tres o
cuatro días después. Y todo el relato se centra en el café La Delicia,
de doña Rosa, y en la casa de putas, de
doña Celia. Cela la subtituló como “Caminos inciertos”. Cela, a mi
entender, nunca tuvo criterios claros sobre cómo hacer una estructura
argumental en sus novelas, es decir, introducción, nudo y desenlace. Quizás por
ello se le dieron tan bien los libros de viajes y vagabundos, a los que se
aplicó con maestría. Como recuerda Ian
Gibson en Cela, el hombre que quiso
ganar (1ª ed. Aguilar, 2003, cap. VII), “Algunos ejemplares de La colmena atravesaron, naturalmente, el
océano. José María Pemán, a quien,
años atrás, el Cela principiante había imitado en “Adolfo Esteban Ascensión”, le dio “un suave tirón de orejas” en Abc. Más crítico se mostró Juan Aparicio, a quien tanto debía Cela
en Arriba. Pero, ya puestos, hubiese
preferido que el próximo 19 de octubre saliese al mercado la parte inacabada que Cela escribió de sus
novelas Un marino mercante y Las
aguas tranquilas. Según pude leer hace pocos días en La
Vanguardia, “Cela
llegaba a Barcelona, procedente de Madrid, el 23 de octubre de 1945. Durante su receso catalán frecuenta un
pequeño círculo de amigos barceloneses –Juan Ramón Masoliver le ha
preparado visitas, firma de ejemplares, lectura de dos capítulos de La colmena– y, si se tercia, sella sus
conversaciones con comidas en el Set
Portes.’De mi viaje a Barcelona he sacado conclusiones muy saludables y
ahora veo de otro modo este asqueroso mundillo literario de Madrid’.
Efectivamente, abandona la capital y, en 1954, se traslada a Mallorca. Se sabe
que en una entrevista que el escritor concedió en 1944 a Fotos, reconoce que está escribiendo una novela de temática
marinera. ‘En la actualidad trabajo en una novela, Un marino mercante, cuya
acción transcurre, casi constantemente, en el mar o en su más próxima orilla.
En ella relato las andanzas de mi tío don Evaristo Montenegro de Cela,
elegante prosista y capitán mercante retirado”. Se trata de un manuscrito de 23
páginas, más tres que transcriben en tamaño folio, alguna de sus partes a
máquina, procedentes de un cuaderno cuadriculado de formato escolar, en el que
se contenía el principio de la novela, Un
marino mercante. “Cela –cuenta La Vanguardia-
emprende la redacción de esta novela para combatir el pesimismo que la crítica
contemporánea había subrayado en sus dos primeras novelas, La
Familia de Pascual
Duarte (1942) y Pabellón de reposo
(1943). Buena prueba de ello es la anotación que propone para la faja publicitaria
de esta novela, cuyo editor debía ser Saturnino Calleja, director de Ediciones La Nave. El protagonista de la novela es don Evaristo Montenegro
de Cela, nacido el martes de carnaval de 1820 en las proximidades de La Coruña y fallecido ‘en
camisón –contra todo pronóstico y cristianamente el día de San Claudio de 1916’, según constata el
manuscrito. Cela asegura que la novela es una verídica y edificante
historia de quien siempre llamó su tío, aunque más bien se trata de su tío
abuelo, puesto que la madre de don Evaristo, doña Asunción Cela Morán,
fue hermanastra de doña Rosa Fernández Morán, bisabuela del novelista”.
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