Dijo Mariano Rajoy
en el último mitin de Pontevedra en apoyo de Alberto Núñez Feijóo que “en tiempos de dificultad, se tienen que
quedar los buenos e irse los malos”, supongo que a propósito de unas declaraciones
de Felipe González el pasado viernes
en Santiago de Chile, donde señaló que “deberían irse todos los candidatos si
hubiese terceras elecciones”. ¿Quiénes son los buenos para Rajoy? ¿Rosa Valdeón? ¿Un Luis de Guindos, que no responderá en el Pleno por el “caso Soria” por estar el Gobierno en
funciones? Que yo sepa, el Gobierno está en funciones pero el Parlamento no lo
está. La razón esgrimida en contra por Sáenz
de Santamaría ante las 60 peticiones de comparecencia es que “se busca
convertir a la Cámara
en escenario de precampaña electoral”.Dicho en otras palabras: la
vicepresidenta del Gobierno no desea que aumente más aún el desgaste de su
partido. Pero ya estamos acostumbrados. Con mayoría absoluta, Rajoy rehusó
comparecer en la Cámara
en 105 ocasiones relacionados en su gran mayoría con temas de corrupción. O
sea, antes no comparecía nadie por el “milagro” del rodillo; ahora, por estar
el Gobierno en funciones. “Un Gobierno en funciones –según la vicepresidenta-
no cuenta con la confianza de la
Cámara y no está sujeto a control”. Habrá que esperar a saber
qué opina al respecto el Tribunal Constitucional, cuya velocidad de tortuga en
sus resoluciones es manifiesta. Por lo pronto,
Fernando Jiménez Latorre, el
nuevo aspirante propuesto para
representar a España en el Banco Mundial parece estar tocado de ala con
sus presuntos vínculos en paraísos fiscales. Sí, aquí se deberían quedar los
buenos y marcharse los malos. Ya estamos a vueltas con los conversos e inicuos.
El 9 de septiembre de 2013, en mi escrito “El
nefasto Ruiz-Gallardón”, venía a decir: “A Ruiz-Gallardón le sale la vena fascistoide y, al igual que utiliza
un baremo la Iglesia
Católica para señalar qué pecados son veniales o mortales,
este ministro pretende separar a los ciudadanos entre conversos e inicuos en
función de los criterios de no sabemos quién. Unos, los conversos, a los que se
les pueden revisar los casos y acortar las penas en su día impuestas por los
Tribunales de Justicia; y otros, los inicuos, sin redención posible”. Eso era
lo que se pretendía con la prisión permanente revisable para supuestos delitos,
que reflejaba un autoritarismo penal que podía llegar a confundir la justicia
con la venganza. A mí, alguien con capacidad bastante debería señalarme desde
su autoridad qué entiende Rajoy por buenos y por malos. “Lo peor que sucede en
la actual Derecha española -seguía escribiendo servidor de ustedes en aquel
chat de septiembre de 2013- es que engloba a todo un amplio espectro, que va
desde los más moderados, donde personalmente incluiría a Mariano Rajoy, hasta
aquellos militantes que siguen instalados en la nostalgia del franquismo, al
estilo del dos veces exministro de Franco
y falangista José Utrera Molina,
suegro del actual ministro de Justicia, que se permitió escribir en su
biografía “Sin cambiar de Bandera”
(Ed. Planeta): “Franco nunca fue totalitario, yo soy testigo”; o del alcalde de
Beade, Senén Pousa, en Orense; o del
alcalde de Moraleja de Enmedio, en Madrid, que “no se dio cuenta” de que en la
calle se cantaba el “Cara al sol”
durante el desfile de carrozas y se colocaba la bandera preconstitucional en el
balcón del Ayuntamiento durante las fiestas patronales; o de Manuel González Capón, otro alcalde del
PP, en este caso de Baralla (municipios lucense de Los Ancares que abarca 32
aldeas) que hizo apología fascista en otra fiesta local y dijo que
“las víctimas del franquismo se lo merecían”, etcétera”. Eso de buenos y
malos queda bien para explicarle sobre Las
aventuras de Rin Tin Tin a niños que los soldados del Séptimo de Caballería
eran los buenos y los indios de Jerónimo,
los malos. Pero aquellas aventuras del perro pastor alemán nada tienen que ver
con lo que acontece en esta Oligarquía de Partidos instalada, rebozada, eso sí,
con la masa de tempura de una aparente normalidad democrática, como es el caso
español. Nada es lo que parece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario