En su artículo de hoy en Ahora,
Miguel Ángel Aguilar, a mi entender
el periodista español vivo más decente, hace referencia a Maurice
Joly y a su “Diálogo en el infierno
entre Maquiavelo y Montesquieu”. Y está acertado cuando señala que “la
versatilidad del jefe, al amparo de su mutismo, parece profundidad, y su
oportunismo enigmático, sabiduría. Momento de comprobar hasta qué punto los Arriola
& Company han seguido esa pauta de la impenetrabilidad de sus designios en
la construcción del discurso del líder del PP. En la técnica para el manejo de
la opinión pública asigna una función clave a las relaciones entre el
poder y la prensa. Suprimir formalmente la libertad de prensa sería
una torpeza y es más útil al poder canalizarla, guiarla a distancia. Por
ejemplo, haciéndose criticar por alguno de los periódicos mercenarios mientras
se suscita una saludable propensión a la autocensura mediante un
depurado arte de la intimidación”. El dontancredismo está dando el
resultado deseado, consistente en no moverse y dejar pasar los chaparrones y
las guerras fraticidas dentro del PSOE, entre Errejón e Iglesias,
etcétera. Al final, como en la tragedia griega, aparece el Deus Ex Machina, es decir, uno de los dioses del Olimpo colgado de
una grúa, a la hora de resolver los conflictos y dar solución a la trama. Aquí,
en el cráter del volcán socialista, ha aparecido en escena Susana Díaz Pacheco, esa señora que, como sucede con la cerveza Cruzcampo, sólo le gusta a los andaluces,
dispuesta a poner en práctica la “doctrina” de Felipe González, que tan buenos resultados consiguió en el
bipartidismo enquistado durante los últimos casi cuarenta años. Y ese Deus Ex Machina en forma de pícnico
mujerón producirá la abstención necesaria de los socialistas para que triunfe Rajoy y nos gobierne otros cuatro años,
con la mochila de la corrupción a sus espaldas y sin haber dado un palo al agua.
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