Oiga, ¿y si se
deshinchase mañana la burbuja turística, qué pasaría? ¿Cuántos ciudadanos que
ahora tiene trabajo en la hostelería, aunque sea precario, regresarían a
engrosar las filas del paro? Aunque a algunos les parezca difícil de entender,
esa burbuja puede desinflarse cualquier día. España podría dejar de ser un buen
lugar de veraneo para turistas europeos de la noche a la mañana. ¿Alguien
concibió alguna vez que Niza, la crème de
la créme de la Costa Azul
iba a sufrir un acto terrorista indiscriminado realizado por un malnacido a
bordo de un trailer? Pues sí, miren, ocurrió. España necesita un Gobierno con
urgencia. Y España necesita, también, una reforma de la Constitución. Con
listas cerradas, como ahora acontece, nuestros representantes en las Cámaras no
representan a los ciudadanos, sino a los partidos que les pusieron en las
listas. Y nadie se mueve por miedo a no volver a salir en la foto. Como bien
señala hoy en El Mundo Luis María Anson, “lo que caracteriza a
nuestra clase política, con las debidas excepciones, es la mediocridad.
Los partidos políticos han tejido en los últimos cuarenta años una tupidísima
tela de araña para atender a los parientes, los amiguetes y los paniaguados”.
(…) “Salvo alguna excepción, casi todo se acentuó ayer en un debate de
investidura, aplaudido a ráfagas en el Congreso por el balar de las ovejas
desde sus diferentes rediles”. (…) “Hace ya nueve años escribí que el régimen
está agotado y que se exigía para su renovación una profunda reforma
constitucional. Pero ahí continúan los políticos cerriles y estúpidos
disfrutando a manos llenas y estómagos saciados de las luces del poder sin
advertir de que están asistiendo al esplendor del incendio”. Puede que se trate
del renacer de las Luces de bohemia valleinclanescas. No sé. Siento hilaridad y
sonrojo ante tanto esperpento. Ayer, en el Congreso, se nombró demasiadas veces
a Manuel Azaña. No agitemos sus
huesos. Merece respeto.
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