jueves, 1 de septiembre de 2016

El esplendor del incendio




Oiga,  ¿y si se deshinchase mañana la burbuja turística, qué pasaría? ¿Cuántos ciudadanos que ahora tiene trabajo en la hostelería, aunque sea precario, regresarían a engrosar las filas del paro? Aunque a algunos les parezca difícil de entender, esa burbuja puede desinflarse cualquier día. España podría dejar de ser un buen lugar de veraneo para turistas europeos de la noche a la mañana. ¿Alguien concibió alguna vez que Niza, la crème de la créme de la Costa Azul iba a sufrir un acto terrorista indiscriminado realizado por un malnacido a bordo de un trailer? Pues sí, miren, ocurrió. España necesita un Gobierno con urgencia. Y España necesita, también, una reforma de la Constitución. Con listas cerradas, como ahora acontece, nuestros representantes en las Cámaras no representan a los ciudadanos, sino a los partidos que les pusieron en las listas. Y nadie se mueve por miedo a no volver a salir en la foto. Como bien señala hoy en El Mundo Luis María Anson, “lo que caracteriza a nuestra clase política, con las debidas excepciones, es la mediocridad. Los partidos políticos han tejido en los últimos cuarenta años una tupidísima tela de araña para atender a los parientes, los amiguetes y los paniaguados”. (…) “Salvo alguna excepción, casi todo se acentuó ayer en un debate de investidura, aplaudido a ráfagas en el Congreso por el balar de las ovejas desde sus diferentes rediles”. (…) “Hace ya nueve años escribí que el régimen está agotado y que se exigía para su renovación una profunda reforma constitucional. Pero ahí continúan los políticos cerriles y estúpidos disfrutando a manos llenas y estómagos saciados de las luces del poder sin advertir de que están asistiendo al esplendor del incendio”. Puede que se trate del renacer de las Luces de bohemia  valleinclanescas. No sé. Siento hilaridad y sonrojo ante tanto esperpento. Ayer, en el Congreso, se nombró demasiadas veces a Manuel Azaña. No agitemos sus huesos. Merece respeto.

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