Hoy me entero de que el pelo de los osos polares es bruno
aunque lo veamos blanco, como sucede con la nieve, que tampoco es blanca, y las
nubes… Ya lo dijo Antonio Machado:
“El ojo que ves no es/ ojo porque tú lo veas; / es ojo porque te ve”. Si esas
cosas suceden en la
Naturaleza, ¿qué habrá de cierto en el resto de las cosas que
vemos pero no son como las vemos? Honorato
Paracebe intentaba, a la hora del bocadillo, explicarle a su compañero de
tajo, Acursio Ramírez de la Piscina, cosas que había
leído en el libro “La pequeña industria
al alcance de todos”. Lo de la nieve, que no es blanca, y los pelos del oso
polar, tampoco, sólo eran comentarios que no venían a cuento pero que hacían
pasar por el garganchón con más suavidad el piscolabis de pan con mortadela. José Poch Noguer, autor del libro,
tenía soluciones mágicas para casi todo: brillantinas, dentífricos, licorería, cremas
vainilladas, etcétera. También tenía una receta para el champú, que el libro
denominaba como champoing, a base de
alcohol de 90 grados, agua, jabón blando y carbonato potásico, en las debidas
proporciones; y de un dentífrico a base de cochinilla de nopal, alumbre
calcinado y esencia de menta. Acursio Ramírez de la Piscina prestaba mucha
atención a lo que le contaba su compañero Honorato y todo lo apuntaba en una
libretilla que guardaba en un bolsillo del mono de trabajo. Honorato
frecuentaba los domingos por la mañana la cuesta de Moyano y casi siempre se
hacía con algo de utilidad. Lo último, “Explosivos,
pirotecnia, cerillas”, (precio: 1’50 en rústica. Bailly-Baillière, editor, Madrid). En el libro, entre sus
precauciones estaba la de no fumar durante las manipulaciones. “La base de
tales compuestos –señala el manual- es una mezcla parecida a la pólvora, que
obra, según sus componentes, como detonante, como impulsiva simplemente, o
causante de larga trayectoria”. Aquí, evidentemente, evito por seguridad la
sencilla fórmula. Honorato tenía pensado hacer uso de la pirotecnia por él
confeccionada durante la hoguera de san Antón,
ya que ese santo varón conserva todavía poderes para sanar la peste, la lepra,
la sarna, las erecciones violentas, las purgaciones de garabatillo, el
ergotismo, también llamado culebrilla, y todas aquellas enfermedades que
requieren el uso de lavativas alcanforadas.
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