Cualquier ciudadano puede sentir simpatía por la derecha o
por la izquierda. En política el centro no existe. Ahora bien, cualquier juez
que ejerce sus funciones en España tiene obligación de aplicar las leyes en
vigor a la hora de dictar sentencias. No aplicarlas, conscientemente o por
ignorancia inexcusable, equivale a prevaricar. Cosa distinta es que, en el caso
de que cualquier ciudadano no estuviese de acuerdo con la sentencia aplicada, siempre
existe el derecho de poder acudir a más altas instancias hasta llegar al
Tribunal Supremo. Lo que no se debe escribir en un artículo de opinión, menos
aún en un diario de prestigio demostrado
como es el ABC, es que “si eres del
PP o islas adyacentes y en un asunto con la Justicia te toca un juez podemita, vas dado. O,
por el contrario, si eres podemita y te toca uno de los tuyos con puñetas de
encaje, ve descorchando la botella de cava. A la absolución de la que asaltaba
capillas de la Complutense
a pezón pelado me remito: le tocó un juez de su cuerda, podemita, y se fue de
rositas, que rima. ¿Qué hubiera pasado si le llega a tocar un juez conservador?”.
Queda claro que el autor de ese artículo, Antonio
Burgos, hacía referencia a la sentencia practicada por la Audiencia Provincial
de Madrid a Rita Maestre por el
asalto a la capilla de la
Complutense en 2011. La Sección 16 de la Audiencia Provincial
de Madrid estimó el recurso de apelación interpuesto por Maestre contra la
sentencia del Juzgado de lo Penal número 6 que condenó el pasado 18 de marzo a
la concejal a abonar una multa de 4.320 euros por un delito de ofensa a los
sentimientos religiosos, recogido por el artículo 524 del Código Penal. A
criterio de la Audiencia
“no existió un acto de profanación claro, directo y evidente. En el caso del
asalto a la capilla de la
Complutense, Maestre y sus acompañantes, según el auto “rodearon
el altar y mostraron sus pechos desnudos, se besaron en público y leyeron un
comunicado, luego abandonaron el templo profiriendo gritos y consignas. No tocaron
el sagrario, no alteraron la disposición del altar, no accedieron a ningún
elemento de la capilla ni llevaron a cabo actos obscenos ni grotescos”. Además,
¿qué pinta una capilla en la
Complutense? El articulista de ABC de Sevilla señala: “Comprendo que un perroflauta, un niñato, un
nini o incluso un joven soñador idealista sean de Podemos. Pero no me explico
que haya gente ya puretona, jueces, catedráticos, jefes policiales o militares
podemitas. Y haberlos haylos”. A Antonio Burgos parece necesario recordarle,
y así lo manifiesto, que Podemos y sus confluencias constituyen un partido
político legalizado y que cuenta con 71 escaños en el Congreso de los
Diputados. Por consiguiente, no se debe hacer chanza con la voluntad de los
españoles manifestada en las urnas. El diario ABC siempre me ha merecido respeto. Tanto es así que en sus páginas aragonesas, que entonces dirigía Alfredo
Aicart, publiqué en poco más de dos años más de 600 artículos de opinión, y
jamás se me coaccionó mi libertad de expresión. En Prensa Española, entonces editora de ABC, fui libre para escribir lo que me vino en gana. Pero, eso sí,
siempre fui consciente, sin que nadie me lo recordase, de que mi libertad
terminaba donde empezaba la libertad de los demás. Y Antonio Burgos, que es un
profesional indiscutible y con “muchas horas de vuelo” en el oficio, debería
ser respetuosos con los que no piensan como él. Es la primera norma de la
democracia.
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