Ahora surge una nueva polémica en Madrid: qué hacer con el
conocido como Arco de la
Victoria situado en Moncloa (donde acaba el barrio de
Chamberí, y empieza el Parque del Oeste, por un lado, y la Ciudad Universitaria,
por el otro) y que representa el triunfo de los fascistas sobre la República. De
conformidad con la Ley de la Memoria Histórica
debería ser derribado. Pero esa ley, en vigor, se la salta Rajoy por el arco del triunfo de su bragueta. Su inscripción en el
frontispicio noroeste no puede ser más desafortunada: “A los ejércitos aquí victoriosos / la inteligencia, que siempre es
vencedora / da y dedicó este monumento”. En la fachada sudeste pone: “Fundado por la generosidad del Rey /
restaurado por el caudillo de los españoles / el templo de los estudios
matritenses / floreció bajo la mirada de Dios”. Pero resulta que está
protegido ese adefesio, como si se tratase del águila real o del buitre
leonado. Según leo en El País, “su
propietario es el Consorcio Urbanístico
de la Ciudad
Universitaria, el órgano que gestiona esos terrenos y que
está formado por las universidades Complutense, Politécnica y la UNED.
El monumento está en la demarcación de la Complutense. Y
sería, por tanto, este centro el que tendría más peso de cara a tomar alguna
decisión”. El arco se proyectó en 1942 y se terminó en 1956, sin llegar a
ser inaugurado oficialmente. En rigor se pueden hacer dos cosas: derribarlo, o
dedicárselo a los madrileños que resistieron 28 meses el asedio de las tropas
rebeldes. ¿Imaginan un arco semejante en Berlín dedicado a Hitler? Impensable. En Madrid hubo siete puertas: la de Alcalá
(construida por Carlos III en
sustitución de otra puerta del siglo XVI. La llamaban ‘Puerta Nueva de Alcalá’,
ya que la primera Puerta de Alcalá que tuvo Madrid estaba situada metros más
abajo. Hacía 18 años que Carlos III había cruzado aquella puerta para entrar en
Madrid procedente de Nápoles. Se levantó en 1599 para recibir a Margarita de Austria, esposa de Felipe III. A Carlos III no le gustó y
fue derribada en 1764); la del Sol (llevaba un sol en su fachada y formaba
parte de la muralla que rodeaba Madrid en el siglo XV); de Toledo (en homenaje
a la Guerra de
la Independencia);
de Hierro (era parte de una reja cuya
ubicación estaba cerca de los montes de El Pardo, donde cazaban los
reyes. Se cambió de lugar con el trazado de la A-6); de San Vicente (levantada para sustituir la
puerta de La Florida.);
de Felipe IV (su ubicación es la puerta de acceso al Parque del Retiro por la
calle Alfonso XII. Se construyó para que entrase Mariana de Noeburgo, consorte de Carlos II); y Real (corresponde a la entrada del Jardín Botánico).
De esas siete puerta sólo cuatro abrían las murallas de Madrid: Alcalá, Toledo,
Hierro y San Vicente. Como sucedía en otras ciudades, todas ellas servían de
control para recaudar impuestos. Pero la Puerta de la Victoria, o Puerta de Moncloa, significa el recuerdo
del triunfo de un golpe de Estado fascista y una posterior guerra fraticida
contra el régimen legal de la Segunda
República. Y eso no debe tolerarse en un Estado de derecho.
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