Ya no se estila el reloj de bolsillo y pronto dejará de
utilizarse el reloj en la muñeca. Me he fijado que la gente joven no suele usar
reloj y que ve la hora en el móvil. Tampoco la ciudadanía utiliza el chaleco,
salvo en ocasiones, donde los viejos roscos se guardaban sujetos a una leontina
en uno de sus bolsillos. El pantalón vaquero, en cambio, sigue conservando ese
pequeño bolsillo delantero derecho desde que comenzaron a usarse en Génova por
los pescadores hace más de 500 años. Los
barcos ingleses que hacían escala en este puerto exportaron a todo el mundo ese
resistente tejido azul, que paso a
conocerse como blue de Genes (azul de Génova), una denominación que en
los países anglófonos derivó al término blue jeans. Lo que hizo Levi Strauss en 1873 fue patentar el
patrón de ese tipo de pantalón reforzado con pequeños remaches de cobre en los
bolsillos. Era un pantalón muy resistente que se adaptaba a los mineros.
Strauss, judío alemán y sastre se había trasladado a San Francisco en 1846 para
proveer de tiendas de campaña y ropa a los buscadores durante la “fiebre del
oro”. Y aprovecho para confeccionarlos con velas de barcos inutilizadas desde
la llegada de las máquinas de vapor. Eran de color café, llevaban tirantes y no
disponían de bolsillos traseros. El color
índigo, más sufrido, llegaría más tarde, en 1880, cuando el químico Adolf von Baeyer obtuvo un colorante
azul a partir del ácido antranílico. En realidad se trataba de tela blanca y
urdimbre azul, como puede comprobarse si se mira la tela por el revés. Al
agotarse las lonas de las velas de los barcos los pantalones serían elaborados
con fibra de sarga y fueron adquiridos por granjeros y obreros en general.
Costaban 1’50 dólares. En la actualidad, los blue jeans se fabrican con
tela de algodón con entretejido muy resistente llamado denim o mezclilla
(tejido de Nîmes). Fue al sastre que confeccionaba los vaqueros para Strauss, Jacob Davis (también judió) al que se
le ocurrió la idea de colocar lo remaches en los bolsillos para hacerlos más
resistentes. Pues bien, a lo que iba, aquellos primeros vaqueros tenían en la
parte de atrás dos trabillas para sujetar el pantalón sin la ayuda de cinturón.
Y es ahí donde se sujetaba la leontina del reloj, que terminaba en el interior
de ese pequeño bolsillo delantero derecho que se sigue conservando en las
confecciones actuales. Un bolsillo que personalmente utilizo para poner las
llaves, un billete de metro o alguna moneda suelta.
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