Màrius
Carol, director de La
Vanguardia, bajo el título “La última
selfie franquista”, al referirse al traslado de la momia de Franco a Mingorrubio, señala: “Ver al
ex teniente general Tejero, autor de
un golpe de Estado fallido contra la democracia, al lado de un puñado de
nostálgicos del franquismo brazo en alto cantando el Cara al sol para
recibir el ataúd en El Pardo, a pocos metros del cementerio de Mingorrubio, era
una selfie de un pasado apolillado.
Franco no pidió nunca ser enterrado en el Valle de los Caídos”, etcétera. Pero
hoy en los medios hay opiniones para todos los gustos. Carol hace referencia al
diario alemán Der Spiegel,
donde dice que “ha sido un triunfo para la democracia española”. Con eso
debemos quedarnos. De nada sirve que los nietos del dictador desplieguen
banderas preconstitucionales y griten a los cuatro vientos que lo acontecido
ayer con su abuelo fue una “profanación” de sepultura; o que Ramón Perez-Maura señale en el diario ABC
que “es más que probable que éste no sea el
último entierro del general. Cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
dicte sentencia, apuesto a que acabaremos viendo a Franco enterrado en la
catedral de la Almudena. Al tiempo”. Parece un sarcasmo que el bisnieto
de don Antonio Maura nos salga ahora
con esa pata de banco. Que yo sepa, el TEDH es la máxima autoridad
judicial para la garantía de los derechos humanos y libertades fundamentales en
toda Europa, excepto Bielorrusia, Kazajistán y la Ciudad del Vaticano. No hay
regla sin excepción, pero la excepción
refina, amplía y modifica la regla. Si existe una excepción,
evidentemente debe existir una regla para la que se aplica dicha excepción. O
dicho de otro modo, en la frase “La visita al Valle de los Caídos es de pago al
público excepto los miércoles”, la excepción señala que hay que pasar por
taquilla siempre, salvo que lo visites ese día de la semana, por ser de puertas
abiertas. Por cierto, yo lo visité hace ya muchos años y tuve que pagar. Le
dije al tipo de la taquilla que me parecía caro ese pase al recinto de
Cuelgamuros, y éste me respondió sin inmutarse: “Hoy no es miércoles”. “Ya, --le
respondí-- pero esto es un repago”. Y el tipo de la taquilla, sin apenas
inmutarse, se encogió de hombros al tiempo en que su viejo transistor sonaban
unos compases de “It never
rains in southern California”.
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