viernes, 18 de octubre de 2019

Cambalache



Tranquilos, lo ha dicho Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior: “Se puede visitar Barcelona con total normalidad”, a pesar de los disturbios. Y ha añadido que “los Mossos, Policía y el Gobierno están tratando de garantizar la seguridad. Ya saben el dicho aquel de “fíate de la Virgen, y no corras”. El ministro podrá decir lo que quiera, pero la realidad que se palpa es muy distinta. Sólo le ha faltado cantar el corrido de Rosita Alvírez, que dice aquello de “el día que la mataron, Rosita estaba de suerte: de tres tiros que le dieron, nomás uno era de muerte”. En su artículo “Tú fíate de la Virgen, y no corras” (La Vanguardia, 31/05/12),  Andrés Trapiello contaba (en referencia a Rodríguez Zapatero) que “un minuto antes de que se batiera la plusmarca de cracs mundiales, que seguía ostentando Wall Street/1929, salió por televisión y dijo: “No hay ninguna crisis. Decir lo contrario es un acto antipatriótico”.  Lo cierto fue que nos quitaron muchos millones de euros a todos los españoles, recortando Sanidad, Enseñanza, Obras Públicas y Asuntos Sociales para que a los banqueros les cuadrasen las cuentas derivadas de su manifiesta incompetencia,  y cuando poco antes se cacareaba desde aquel “Gobierno de matados” que el sistema financiero español era muy solvente. Pero hay algo peor: aquellas entidades de crédito no han devuelto ni un celemín del dinero prestado por el Estado (más de 80.000 millones de euros) recibidos a través del ICO. Ahora, Grande-Marlaska nos viene con otra milonga: “que se puede visitar Barcelona con normalidad”. Pero lo cierto es que, mientras ardía Barcelona por los cuatro costados y se rompían escaparates y mobiliario urbano en la Gran Vía, en la calle Nápoles, en el paseo de Gracia, en el paseo de san Juan…, el pasado miércoles, ese ministro, responsable del orden público en Carpetovetonia e islas adyacentes cenaba tan pancho y rodeado de guardaespaldas en Válgame Dios, el madrileño bar de copas instalado en el número 43 de la calle Augusto Figueroa. Una calle con historia. Allí, justo en la esquina con Fuencarral, unos pistoleros dieron muerte al teniente Castillo, que aquel día tampoco estaba de suerte, como le sucediera a Rosita Alvírez treinta y seis años antes, es decir, en 1900. Ese local de copas cuenta en sus paredes con decenas de fotografías y retratos de los famosos que han pasado por sus mesas: desde Marta Sánchez hasta Serrat, pasando por Carme Chacón, Trinidad Jiménez o el propio ministro. Como curiosidad, y según leo en ABC,en 2014, Pedro Sánchez compartía un mensaje en Twitter tras asistir a una tertulia con el tipo que, años después, compartiría gobierno: «Acabo el día en la tertulia cultural del bar Válgame Dios. Con mi admirado Máximo Huerta, ¡deseando leer tu novela!». Se refería a la novela “La noche soñada”, que comienza  en la ciudad ficticia de Calabella, en la Costa Brava, el día de san Juan de 1980, cuando se inaugura un cine de verano con una estrella invitada, Ava Gardner, y donde asiste el niño de doce años, Justo Brightman. Máximo Huerta, si, en efecto, compartió Gobierno con Sánchez ¡una semana!. En fin, voy a tomarme una copa de anís Las Cadenas, de finísimo paladar, por ver si pongo mis ideas en orden y antes de que comiencen las peregrinaciones a Mingorrubio.  A veces, las romerías pueden  terminan en un histérico Gabandal, con caídas repentinas de espaldas sin sufrir ningún daño y curaciones inexplicables. Hay que tocar madera.

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