Como en las coplas de
Mingo, ha Mingo Revulgo, ahao, el adalid anda de mañanita con cabeza
desgreñada, la color tiene marrida, la cospanzón rechinado, anda de valle en
collado, como res que va perdida, y no otea si va adelante o caratrás, a
Mingorrubio volando, por picos y serranías, un jueves rayando el día. ¡Oja,
oja, los ganados, y la burra con los perros, cuáles andan por los cerros
perdidos, descarriados! En Santa Bárbara queda, la espada que le entregaste, al
obispo o maestrante, que esperaba en la fachada al Cid exterminador, con
medallas y clamor de vientres agradecidos. Prietas las filas, recias,
marciales, en una España vacía, liquidada en los tapiales. ¿No ves, necio, las
cabañas y los cerros y los valles, los collados y las calles, arderse con las
montañas? Están llenas de esqueletos que con el dedo señalan a milicos
cuarteleros y a curas aspergeando agua del Guadarrama, la corriente de los
lares de Collado y de Villalba. Agua que no has de beber, déjala correr, déjala,
déjala…Tempera
quitapesares que corrié muy concertado, del comer desordenado reventó por los ijares. Y
aquí dejas a los tuyos, ganadores de una guerra, que abren las bocas rabiando
de la sangre trasegada; los colmillos regañando parece que no han comido; por
lo que queda en el hato, cada hora en gran rebato, nos pone con sus bramidos;
desde que hartos, mas transidos los veo cuando no cato. Mingo Revulgo, Mingo,
Mingo Revulgo, ahao, torna, tórnate a buen hanzo, enhiéstate ese cospazo porque puedas revivir, si no, temo que el
morir te verná de mal relanzo.
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