jueves, 22 de abril de 2021

Magnificar las epopeyas

 


Según José Luis Corral, las leyendas populares son las que surgen del pueblo anónimo y muchas de ellas no se plasman por escrito sino que son imaginadas y creadas por las gentes de un lugar para explicar acontecimientos, hechos, monumentos o accidentes geográficos; así como para recordar la memoria colectiva de ciertas figuras. Suelen ser fruto de la imaginación popular y su carácter es anónimo. Este tipo de leyendas se transmiten de forma oral. También es cierto que leyendas atribuidas a tipos anónimos se trasladan con demasiada facilidad a personajes históricos para magnificar las “epopeyas”. Tal es el caso de Pedro III de Aragón, hijo de Jaime I y de Violante de Hungría (su segunda esposa) y padre de Isabel de Portugal, que es mostrado como un valiente por haber desafiado a un dragón solitario en el monte Canigó, en 1262, tal como queda señalado en el trabajo “Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval” de Agustín Ubieto Arteta (Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2010). Se cuenta que llegado ese rey a la cima, descubrió un ibón de aguas oscuras que servía de corona al elevado monte pirenaico. Lanzó el rey varias piedras al agua y comenzaron a moverse, apareciendo violentamente en la superficie y nadando desde el fondo un enorme dragón que, tras lanzar una bocanadas de fuego, arrancó el vuelo en dirección a Francia. Hace poco han colocado un dragón de hierro en recuerdo de aquel espanto. A una hermana de Pedro III la casaron cuando tenía 10 años con Alfonso X el Sabio, que entonces contaba 25. Coincidiendo con la Feria del Libro, que este año se ubica en el Parque Grande de Zaragoza, recomiendo la lectura de “Canción de sangre y oro”, de Jorge Molist (Planeta, 2018). Les aseguro que no deja al lector indiferente.

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