martes, 27 de abril de 2021

Una renuncia inexplicable

 


En un reportaje del diario ABC, Fernando Chacón se hace cruces de que haya desaparecido el único tren que unía la estación lisboeta de Santa Apolonia con la madrileña de Chamartín, por Salamanca. Se trata del  tren nocturno “Lusitania Expréss” cuyo coste corría a medias entre RENFE y Comboios de Portugal, y que tardaba diez horas y medias en cubrir los 624 kilómetros de trayecto entre ambas capitales peninsulares en unas vías de ancho ibérico similares; es decir, 1688 mm (equivalente a 6 pies castellanos) los trenes españoles frente a 1665 mm los portugueses. En ese sentido, comenta Chacón que el convoy es deficitario: “Primero fue la pandemia del coronavirus la que provocó la suspensión del ‘comboio’ que unía los dos lados de la frontera desde 1995. Su locomotora rugió por última vez el 17 de marzo de 2020. Después, el pasado mes de junio, se supo que el Lusitania Express no reanudaría la conexión cuando finalizaran las restricciones del estado de alarma, y ahora el Gobierno de España se ha mostrado partidario de la eliminación definitiva de ese tren nocturno. Hace cuatro años, utilizaron este medio de transporte 79.000 viajeros, y esta cifra disminuyó a 67.000 en 2019, síntoma inequívoco de su declive”. Esa línea férrea fue inaugurada dos veces: la primera, por Isabel II en 1866; la segunda, por Alfonso XII, en compañía de Carlos I de Portugal, el 8 de octubre de 1881, en un acto que se escenificó en Cáceres. En 2012 Portugal renunció definitivamente a mantener una línea de Alta Velocidad con España, que conectaría Lisboa con Madrid (por Extremadura) en tres horas. La prioridad de los mandatarios portugueses está centrada desde entonces en mantener enlaces de transporte de mercancías para mejorar la competitividad de las exportaciones. En definitiva: existe una complicada relación de vecinos. Seguro que si le preguntas a un  español por las regiones portuguesas no sabrá ninguna, si acaso  El Algarve y las islas Azores, lo mismo que si le preguntas si es conocedor del nombre del presidente de la República o del jefe del Gobierno, de la gastronomía sólo aciertan con el bacalao guisado a las mil maneras, y el idioma portugués sólo lo entienden aquí cuatro y el de la guitarra, que es de Fermoselle. ¿Existe algo más triste? Tal vez solo la saudade de las letras de los fados, el alma de Lisboa. En la foto de hoy, no me he resistido a ponerla, aparece un AVE a toda velocidad a su paso por Terrer junto a unas vías férreas que ya son historia.

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