miércoles, 27 de marzo de 2024

Entre el oro y tu querer...

 


Reflexión es el hecho y efecto de de considerar algo con detenimiento. El otro día recordé que el día de mi cumpleaños, 5 de abril, coincidió con el Domingo de Ramos de 1936. Y aquel día, quiero suponer porque no había nacido, hubo actos procesionales en todas las ciudades y pueblos de España como inicio de la Semana Santa. Y que muchos ciudadanos acudieron con palmas a esos actos religiosos mostrando un fervorín tremendo. Pero, miren ustedes por dónde, apenas tres meses más tarde, muchos fervorosos cristianos, al menos en apariencia, se quitaron la careta ferviente y fueron responsables de crímenes horrendos. Unos, como autores materiales o intelectuales de asesinatos; otros, como despreciables delatores. La gente es mudadiza y manejable. Hurgar en viejas heridas, muchas de ellas todavía sin terminar de cicatrizar, produce consternación. Lamento que en Aragón, el nuevo gobierno que preside Azcón, haya decidido dar carpetazo a la Ley de Memoria Democrática regional, la primera que se había aprobado en la anterior legislatura. El gobierno resultante de la coalición PP y Vox, que también domina las Cortes Aragonesas y muchos municipios, está en el convencimiento de que aquello de lo que no se habla, no existe. A ambos partidos se les unió el PAR con su abstención, que siempre está al sol que más calienta. Es lo que la derecha y la ultraderecha denominan como “plan de concordia”. Es una ofensiva reaccionaria que iba en el programa político de VOX y que finalmente ha conseguido su propósito. Solo falta por conocer qué se contará a los escolares de ahora en adelante en los libros de texto. A mi entender, lo más prudente sería que la historia de España terminase con la muerte de Espartero, no del general fallecido en Logroño en 1879 sino el torero corneado en 1894 en Madrid por el toro “Perdigón”, de la ganadería de Miura. Todo lo que aconteció tras esa efeméride es mejor darle acomodo en el cajón del olvido. Cortar amarras con la memoria histórica suele dar excelentes resultados. Es como una varita de hada que cuando te la meten por el ojete te cura el tabardillo.  Alejandro Nolasco entiende que meter la historia de España en salmuera es mejor solución que los polvos de seroformo para las llagas que anidan en las costuras de la indiferencia. Ahora le han puesto piso en Zaragoza a cargo de los ciudadanos; y más tarde si lo demanda hasta le darán un collar de brillantes. Lo dice el fandanguillo de Pepe Pinto: “Entre el oro y tu querer/ si a escoger a mi me dieran…”.

 

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