jueves, 28 de marzo de 2024

Monas

 

 

Por estos pagos me consta que existen dos monas: las monas de Pascua y las monas de Gibraltar, que son macacos de Berbería que también acostumbran a trepar en Marruecos por los pinares del Gurugú. Las monas de Pascua han aumentado su precio de venta por la subida del coste del cacao. Las monas de Gibraltar se sientan en las piedras para ver silentes desfilar curiosos turistas por el Peñón de aquí para allá, mirando tiendas y haciendo comparaciones de precios con los productos españoles. Gibraltar es como Andorra pero en el Sur. Por su frontera pasan diariamente muchos motoristas cargados con cartones de tabaco y otros adminículos para más tarde revenderlos en los bares de La Línea y sus alrededores. A unos los pillan y otros pasan de rositas. Como en Andorra, y como acontece en todos los puertos francos de las Islas Canarias. En uno de mis viajes a Andorra me acompañaba un curioso personaje cuyo único interés consistía en traer de vuelta un gran número de cajas de galletas. Sostenía que en España no sabían fabricar galletas. Mi sorpresa fue cuando descubrí que dentro de las dos maletas grandes llevaba otras más pequeñas y su equipaje, en consecuencia, me iba a resultar complicado colocarlas en mi pequeño utilitario, un “Seat 850” con muchos kilómetros. Como era previsible, al poco de pasar la frontera fuimos parados por la Guardia Civil, que nos hizo declarar lo que llevábamos en el equipaje. Pero mi amigo sacó un carné del interior de su billetera, se lo enseñó a los agentes y éstos le saludaron y nos dejaron continuar viaje sin ningún problema. Nunca supe qué carné les enseñó y tampoco se lo pregunté. Lo cierto es que la duda me carcomía. ¿Acaso mi amigo era un agente secreto de la Dictadura? Nunca se lo pregunté y nunca lo supe. Tampoco probé jamás una de sus galletas, todas de naranja y chocolate negro de la marca “Le moulin du Pivert”. Me contó que le gustaba tomarlas con té por las tardes mientras intentaba hacer el “damero maldito”, de Conchita Montes, que aparecía cada semana dentro de las páginas de “La Codorniz”. Hay gente para todo. A otros les da por coleccionar insectos.

 

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