Aunque se le atribuye como sabio consejo a la gallega de Franco a José María Pemán, lo cierto es que la frase lapidaria de “haga usted como yo, no se meta en política” se la dijo el dictador a Alonso Fuello, director del diario Arriba el día que éste fue a quejarse a El Pardo de las presiones que recibía por parte de algunos gerifaltes del Régimen. Ello viene ahora a cuento con la reciente moción de censura que un grupo de concejales han presentado contra el alcalde de Toro, Rafael González, del Partido Popular. Señala González a El Correo de Zamora que “he sufrido bullying político desde que entré en el Ayuntamiento”, un malestar que se resolverá el próximo 28 de octubre, con el aval de siete de los nueve miembros de la oposición (tres de los cuatro ediles del PSOE, tres de la agrupación ‘Nos Movemos por Toro’ y uno de ‘Futuro’) de un total de 13 concejales. Uno de los tres concejales de ‘Nos Movemos por Toro’ es el resentido Tomás del Bien, expulsado del PSOE tras ocho años como alcalde. De hecho, la oposición se negó a aprobar el nuevo presupuesto, en el que se había incluido una partida de 2.208.178 euros para ejecutar inversiones y, visto lo visto, solo se podrán realizar las sufragadas por la Diputación Provincial de Zamora y la Junta de Castilla y León, que ascienden a 600.000 euros. En consecuencia no podrán llevarse a cabo algunas actuaciones de interés para preservar el patrimonio toresano, entre ellas estaban previstos diversos arreglos en el Arco del Reloj y en el Teatro Latorre. La marejada de fondo proviene de la negación de ceder un terreno de esa ciudad a la Diputación Provincial para llevar a cabo un nuevo y necesario Parque de Bomberos para Toro y muchos pueblos de su alfoz; y, también, de los planes previstos en un futuro de los terrenos de Monte la Reina, concesión real del siglo XI por la que la Corona de Castilla otorgó a la Ciudad de Doña Elvira el privilegio de la explotación del Monte en agradecimiento a su fidelidad y apoyo, y que el Ayuntamiento toresano deseaba hacerlo suyo para aumentar el ‘enoturismo’ y poder llevar a cabo un gran espacio de ocio. Pero el gozo de algunos especuladores cayó en un pozo, desde el momento en que el Gobierno tomó la firme decisión de que tales terrenos continuasen siendo zona militar. De aquellos polvos vienen estos lodos. Ser alcalde de un lugar pequeño es como jugártela a la ruleta rusa. Ya lo decía mi abuela: "Donde no hay, no se puede sacar".
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