Esto es un no parar. Cuando se termine con la ofrenda de las flores y frutos a María, que madre nuestra es, llegará Todos los Santos y la gente irá con crisantemos y flores artificiales o de plástico a los cementerios a honrar a sus difuntos, tras haber pasado por los bazares de los chinos a comprar las calabazas del Halloween y los trajes grotescos de brujas, superhéroes y payasos terroríficos. Pero todo ello no es nada si lo comparamos con lo que practican en Méjico en memoria de sus seres queridos y su tránsito al inframundo. Los fastos patronales por todo lo alto y los gorigoris tenebrosos forman parte de la vida misma. En el centro de todo ello están las ofrendas acompañadas de jotas, ocarinas, chirimías, serpentinas, mercadillos, procesiones e incensarios. Da igual qué santo se encuentre en la cuerda de trenzado en una fecha señalada. Cada país y cada localidad española tienen sus tradiciones y sus héroes de leyenda. A los españoles les gusta la bulla y les da igual vestirse de cofrades que de charangueros. Tanto es así que hoy, como digo, en Zaragoza se celebra el pregón de las fiestas pilaristas; pero ayer, en Teruel, que parece ser que existe, la plaza del Torico fue el escenario del “Encuentro de los Amantes y la partida de Diego”, y hoy sábado se escenificará “La Pedida de Mano de Isabel”, “El Plazo”, que le concederá el padre de Isabel a Diego, y “La Promesa entre los dos Amantes”, que se llevará cabo a los pies de su torre mudéjar. Para rememorar a esos héroes de leyenda, los vecinos se meten en el papel y se visten con ropajes de época en un performance que consigue que a todos ellos se les ponga la carne de gallina. Con tanto extra suelto, tanto quítate tú para ponerme yo y tanto pretender ser el ajo de todas las salsas, se nos está quedando cara engurrumida de Jueves Santo y hechuras de comparsa del bombero-torero. Esto es como lo del cuento del lobo. El día que se nos aparezca en el solar en barbecho de la Romareda portátil la Virgen de verdad y un san Tarsicio minifaldero guiñando un ojo en su retablo irisado, ya veremos qué cara de suela de zapato se nos queda. Hasta es posible que lleguemos a ver a la folclórica Chueca como a las niñas de Garabandal, rezando un maratón de rosarios y jaculatorias para sacarnos del encantamiento.
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