sábado, 16 de noviembre de 2024

Burricie

 

Hace menos de un mes una moción de censura de concejales de PSOE, Nos Movemos por Toro y Futuro levantaron de su poltrona en el gobierno de Toro, la tercera ciudad de la provincia de Zamora, a su alcalde del Partido Popular, Rafael González, y convirtieron a Ángeles Molina (PSOE) en la primera alcaldesa de la etapa democrática. Pues bien, ahora, el nuevo equipo de gobierno ha descubierto que Toro ha perdido la ayuda para restaurar el Alcázar (un millón de euros) por una negligencia imperdonable del anterior gobierno, al no atender un requerimiento del Ministerio de Industria y Turismo, según  ha confirmado la nueva concejala de Obras, Ruth Martín, quien, en mayo de 2023  (cuando ostentaba el mismo cargo) solicitó la subvención de acuerdo a las bases reguladoras del “programa de mejora de la competitividad y de dinamización del patrimonio histórico con uso turístico de la convocatoria de 2022”. Esa petición, en consecuencia, fue desestimada por inacción del anterior equipo municipal, al no atender el requerimiento de arreglo de defectos de la solicitud y no haber presentado en plazo y forma la documentación requerida en su día (abril de este año). Pero nadie se molestó en abrir el sobre de correos donde aparecía tal requerimiento de planimetría del edificio, sus antecedentes históricos, la justificación de la necesidad de su intervención y unas fotografías de la edificación, a fin de poder comprobar que el adarve tiene filtraciones y que se encuentra en muy mal estado el ala noroeste. La burricie de aquel alcalde negligente fue manifiesta. El Alcázar es de planta romboidal rodeada de un foso, posee siete cubos macizos situados en las esquinas y en la parte central de cada lienzo, realizados con forro de mampostería caliza. En el lado sur se abre la puerta de acceso al recinto, con portada del siglo XVIII, ocupando el lugar donde se ubicó la torre del homenaje demolida en el siglo XIX. Los restos de la puerta original se encuentran a la izquierda de la actual, lugar en el que se aprecia un arco cegado. Históricamente se sabe que tras la muerte de Alfonso VII de Castilla, Toro quedó en manos de su hijo, Fernando II. Su sucesor, Alfonso IX, entregó la Ciudad a su mujer, Berenguela, como dote de matrimonio. Ese rey otorgó a Toro su primer fuero en 1222 y mandó construir el Alcázar entre 1188 y 1195. Su hijo, Fernando III, fue coronado en el Alcázar como rey de León en 1230, lo que supuso la unión definitiva de ambos reinos. La forma posterior del Alcázar, que hoy prevalece, data de 1283, cuando Sacho IV donó Toro y su alfoz a su mujer, María de Molina. El Alcázar también fue testigo de las luchas por los derechos de sucesión de Enrique IV (1476) entre partidarios de su hermanastra Isabel y de su hija Juana. A mediados del siglo XIX el edificio se encontraba en pésimo estado de conservación tras haber sido utilizado como almacén de pólvora, matadero y cárcel. Un municipio, como es la histórica ciudad de doña Elvira, hermanada con Magallón y donde pasó sus últimos días el conde-duque de Olivares, no debería estar manejada por políticos a la violeta ni por caciques de novela costumbrista.

 

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