martes, 19 de noviembre de 2024

Imaginad

 

 

No es necesario que me recordéis a todas horas que a veces el camino suele valer más que la posada. Sin embargo, imagine el lector una capa circense con unos espectadores muy separados de la pista, donde un  liliputiense  domador en un alarde de valentía controla con el chasquido de su látigo a unos tigres que luego resultan ser gatos; y que los gatos terminan por comerse al domador. Imaginad una dama distinguida repartiendo prendas de abrigo a los pobres, que a todas las prendas les falta un trozo de tela en la espalda, y que lo justifica diciéndoles a los que están inopes que con esos retales confecciona trajes para la Inclusa. Imaginad a un señor que celebra todos sus aniversarios sacando con una copa de cristal agua de un charco donde se refleja la luna. Imaginad a un indeseable patrono pidiendo sumisión a los obreros a cambio de un sueldo de hambre. Imaginad a Estrellita Castro, que en paz descanse, entrando en una destartalada pensión frente al Hotel Colón de Sevilla intentando corresponder con su saludo al portero de noche con la sonrisa de una estrella que usa jabón de tocador “Lux”. Imaginad que al agricultor romántico se le ocurriese cultivar remolacha azucarera en Aragón cuando ya no quedan ingenios del azúcar. Imaginad a un escritor pretendiendo meter el folio en blanco en la parte trasera del tricornio acharolado de un guardia civil para escribir un relato. Imaginad a unos números de la Policía Local montando en caballos de cartón durante la procesión del Corpus. Imaginad a Jorge Azcón con un farol lleno de barquillos en la playa de Salou gritando a los acangrejados turistas: “¡Rico parisién!”. Todo podría ser. La realidad supera a la ficción. No hay nada tan expresivo como la cara de un niño al que se le ha roto el globo, unas niñas saltando a la comba el “cocherito leré”, o una ráfaga de claridad en una dudosa atardecida.

 

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