martes, 12 de noviembre de 2024

Furanchos



Según un decreto de la Junta de Galicia de 2012 se consideran furanchos “los locales utilizados, en su mayoría, como vivienda donde sus propietarios venden el excedente del vino de cosecha propia elaborado en casa para su consumo particular, junto con las raciones que, como productos alimenticios preparados regularmente por ellos, sirvan de acompañamiento”. Suelen estar situados en carreteras secundarias de Galicia y se reconocen por tener una rama de laurel colgada en la puerta. Por ese motivo se les denomina también ‘loureiros’. En aquellas viviendas se vende al recién llegado el excedente de vino que el cosechero (‘colleiterio’) decide ponerlo a la venta in situ, sin tener que ofrecerse mediante regateo a taberneros de la zona. Es costumbre aceptada servir el vino en taza o jarra, nunca en botella, y directamente del barril. Al tiempo de servirlo al recién llegado, se le ofrecen raciones a elegir de entre once productos culinarios de una lista. Raquel Piñeiro (El País, ‘El Comidista’, 15/95/2917)  señalaba que “hoy, la normativa los diferencia de forma clara, para tranquilizar a aquellos hosteleros que veían en ellos verdaderos restaurantes clandestinos. El furancho de verdad tiene que cumplir los requisitos que exige la norma: tener viñas propias, que estén registradas y que se haga una declaración de la uva y el mosto que se recogen en cada cosecha. Además, se necesita presentar una memoria de los alimentos en venta en el Ayuntamiento correspondiente. Si se cumplen todos los requisitos exigidos en la normativa se concederá una placa con un número de actividad. Es entonces cuando el furancheiro podrá poner la rama de laurel en la puerta junto a placa identificativa y la licencia a la vista”. Los furanchos con papeles en regla están autorizados para abrir al público 3 meses en el plazo de tiempo comprendido entre el comienzo  de diciembre y el 30 de junio.  Las raciones que se ofrecen al visitante suelen ser huertas y corrales propios anejos a las casas, de excelente calidad. Los furanchos, que desde tiempo inmemorial fueron un secreto a voces, hoy están regulados aunque siguen existiendo muchos otros sin regularizar y que se distinguen por la consabida rama de laurel en la puerta y el práctico “sistema de boca a oreja”. No cabe duda de que el storytelling llevado a cabo por una persona sin ningún interés particular en el negocio es mucho más efectivo y tiene una credibilidad mayor que las campañas publicitarias.

 

 

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