Leo que “el PP da por ‘finalizada’ la legislatura y exige elecciones tras desdeñar Junts y PNV una moción de censura al Gobierno de Sánchez”. ¿Pero ese gallego quién se ha creído que es? El PP, a día de hoy no puede alzarse con el poder por carecer de grupos políticos que le apoye, salvo Vox, Unión del Pueblo Navarro y, si acaso, Teruel Existe; o sea, como dicen en Aragón: “Dos y el de la guitarra”. Núñez Feijóo no se resigna a estar en la Oposición: Le sucede como a ese pobre diablo que no se resigna a haber nacido rico y se lo reprocha a su padre por no haber sido más despierto y haberle dejado un colchón de bienes fungibles como herencia para poder él derrocharlos. Recomendaría a Núñez Feijóo que leyese “El principio de Peter” (1969), esa teoría sobre los niveles de incompetencia señalados por el sicólogo canadiense Laurence Johnston Peter, fallecido en 1990. Pero antes de ello, Ortega, a principios del siglo XX, dejó escrito en su ensayo “En el umbral de la incompetencia” que “todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes”; y a la conservadora Margaret Thatcher se le atribuye el siguiente aforismo: “Quedarse en la mitad de la carretera conlleva doble peligro, puede ser uno atropellado por vehículos circulando en ambos sentidos”. Núñez Feijóo debe tener mucho cuidado, si acaso, para que lo le atropelle Isabel Díaz Ayuso, como hizo con Casado el día que éste no miró atentamente a los dos lados de la carretera. Núñez Feijóo se quedó solo en Europa en su intento de convencer a Manfred Weber de que votasen en contra de la designación de Teresa Ribera como vicepresidenta primera de la Comisión Europea en el nuevo equipo de Von der Leyen, pero nadie de “los suyos” le hizo caso, regresando a España como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando. No cabe duda de que Weber, haciendo oídos sordos a esa propuesta, dejó en evidencia tanto al PP español como a su incompetente líder. El peregrino argumento que Núñez Feijóo llevó en su maleta a Bruselas consistía en que la aspirante Ribera “podría tener en el futuro serios problemas con la Justicia por su gestión de la DANA, lo que también pondría en un aprieto a la nueva Comisión Europea y que –según Núñez Feijóo- solo la apoyaría el PP si Ribera se comprometiera a dimitir en el caso de que fuera imputada por esa desgracia”. Pero la Comisión Europea no entiende que puedan producirse dimisiones por simples imputaciones de cualquier ciudadano por denuncias, aunque sean falsas, presentadas en la Fiscalía, sino solo por sentencias firmes. Esa “chiquillada” del jefe de la Oposición puso de manifiesto cómo anda el aceite del candil de un mediocre político que aspira a manejar sin las herramientas necesarias un Estado de derecho. Y ahora, ante la falta de apoyos para la moción de censura contra el Gobierno dice que da por “finalizada” la legislatura. Pues nada, que deje el coche oficial, el despacho de Génova, de teñirse el pelo con manzanilla, de decir tonterías y regrese a Galicia a tocar “muñeiras”, a pasear por la muralla de Lugo, o al carajo de la vela, que también es un puesto de altura, pero que se déjese de tácticas dilatorias, de ambigüedades, de poner palos en las ruedas y de marear la perdiz.
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