Se conmemoraba hoy el ducentésimo decimosexto
aniversario de la muerte de Jorge Ibor,
alias Cuello Corto, labriego del barrio
de Arrabal, héroe de los Sitios y al
que Palafox nombró capitán de la Compañía de Escopeteros de ese barrio, y
esta mañana he escuchado aporreo de tambores y a una banda de música vestida
como de guardiamarinas interpretando música militar. Entre el grupo de
acompañantes había un señor portando un estandarte, otro de más edad vestido a
la usanza de principios del XIX, alguno con bicornio y uniforme de cuando Fernando VII usaba paletó y un rabo de
ciudadanos sin mejor cosa que hacer acompañando a esa “Santa Compaña” silentes y circunspectos. He echado en falta alguno
revestido de Palafoxode barón
de Warsage, o de Agustina Zaragoza,
o de religiosos como Basilio Boggiero
oSantiago
Sas, a los que asesinó un piquete de lanceros en el Puente de Piedra y después los tiraron al Ebro. Jorge Ibor se
enfrentó en el barrio de Casablanca a las tropas mandadas por el general Lefebvre. Falleció víctima de la epidemia
de tifus el 15 de noviembre de 1808, a la edad de 53 años, y sus restos reposan
en la capilla del Colegio
de los Trinitarios, en el panteón familiar del marqués de Lazán, Luis Rebolledo, cumpliendo la voluntad de su hermano José Palafox. Cuando
se habla sobre la Guerra de la
Independencia no acabo de entender para qué sirvió tanto sufrimiento de un
pueblo entonces casi analfabeto manejado por unos curas trabucaires. Aquí nunca
se habla de los galeones atracados en Cádiz y repletos de franceses cautivos
apresados en la batalla de Bailén,
que fueron llevados a la isla de Cabrera para dejarlos a su suerte, sin comida,
con muy poco agua, y que murieron de la peor forma imaginable y donde hubo
hasta situaciones de antropogafia. Por otro lado, enla huida hacia el
norte de las tropas francesas a cargo del general Pierre-Antoine Dupont de l'Étang, desobedeciendo a sus mandos, esas tropas, como digo, cometieron todo tipo
desmanes, incluyendo saqueos, violaciones, profanaciones de iglesias, robos de
cosechas y de ganado y hasta algunas casas campesinas fueron incendiadas. Tampoco
se entiende el ansia popular de traer a la Corte al peor Borbón, si es que hubo alguno bueno, que ha tenido España. Los “Episodios Nacionales” de Galdós constituyen una forma novelada y
poco rigurosa de contar aquellas historias. El que realmente conoció casi todo
el siglo XIX, al menos lo acontecido en Madrid, que tenía 5 años el malhadado 2
de mayo de 1808, y que ese día se abrió una brecha en la cara al toparse con
una reja en la madrileña puerta de su casa de la calle del Olivo, fue Ramón de Mesonero Romanos (hijo de una
mujer nacida en Moros, provincia de Zaragoza) y que murió con 82 años. Por otro
lado, el rey José Bonaparte I fue
sometido a todo tipo de insultos por un populacho proclive a malmeter. Se le llamó “Pepe Botella”, el “Rey de Copas”, “El Tuerto”
y “Rey Intruso” cuando es sabido que no
era tuerto ni borracho ni ludópata. Esos motes fueron debidos a dos órdenes por
él firmadas en febrero de 1809 sobre la liberalización de la fabricación,
circulación y venta de naipes y por desgravar la venta de aguardientes,
respectivamente. La galofobia lo invadía todo.José Napoleón I dejó de ser rey
de España el 11 de diciembre de 1813 y murió en Londres el 28 de julio de 1844.
Siguiendo sus deseos fue enterrado con el Toisón
de Oro alrededor de su cuello, una distinción que se había otorgado a sí
mismo cuando fue rey de España. Su mujer, Julia
Clary (que no pisó nunca este país) falleció en Florencia ocho meses después. No quiero terminar sin señalar que existe un parque en Zaragoza dedicado al escopetero Jorge Ibor, donde hay una escultura obra de ÁngelOrensanz, y en el que cada año se celebra la "cincomarzada" en recuerdo de unos sucesos acaecidos en 1838 entre isabelinos y carlistas.
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