Cuando todavía estamos consternados por la riada de Valencia, aparecen nuevos agoreros para meternos el diablo en el cuerpo. Me refiero a una noticia que acabo de leer, aparecida en la prensa portuguesa, donde se señala: “Mario Lopes, profesor del Instituto Superior Técnico, doctor en Ingeniería Sísmica del Imperial College de Londres, y otros ingenieros y geólogos, han reclamado al gobierno luso un plan urgente para reforzar las infraestructuras ante un posible gran terremoto que afectaría a España y Portugal”. Ese posible seísmo que está por llegar aunque no se sabe cuándo, podría ser de mayor envergadura que el que arrasó Lisboa el primer día de noviembre de 1755, que produjo decenas de miles de muertos y un tsunami de grandes proporciones. El epicentro se situó en el océano Atlántico, en la zona de fractura Azores- Gibraltar, por compresión de dos placas, la africana y la euroasiática. Hubo otro seísmo anterior bastante semejante el 26 de enero de 1531 sobre el que no existen datos estadísticos hechos con el rigor necesario. Los daños causados por el terremoto de 1755 se dejaron notar en España, sobre todo en la provincia de Huelva. En Ayamonte murieron alrededor de 1.000 vecinos y en Lepe más de 400. También se destruyó casi toda la flota pesquera de la zona. Algo similar ocurrió en la provincia de Cádiz, donde las olas superaron los 20 metros de altura y hubo un incontable número de muertos y desparecidos. En lo que respecta a Zaragoza, en el renacentista Palacio de Tarín (plaza de Santa Cruz) del siglo XVI (en la actualidad propiedad del Ministerio de Fomento) todavía puede verse desnivelada la escalera interior como consecuencia del seísmo del siglo XVIII. De la misma manera, en Aragón hubo campanarios de iglesias de pueblos que se fueron al suelo a pesar de situarse a 1.200 kilómetros de distancia. En Aragón tenemos la suerte de sufrir pocos temblores. Quizás, el último terremoto destructivo, de intensidad VIII en la escala de Mercalli, fue el registrado en la Cordillera Ibérica, causando daños de consideración en Used (Campo de Daroca) la noche del 28 de septiembre de 1953 por ser el pueblo más cercano al epicentro. El resultado final fue de una persona muerta, Victorina Liarte, de 19 años “como consecuencia indirecta” (no he encontrado explicaciones más concretas), varios desprendimientos de taludes sobre carreteras secundarias y algún corrimiento de tierras de pequeña importancia. El epicentro estuvo situado en la Sierra de Santa Cruz, con foco a una profundidad de entre 7 y 15 kilómetros, en la falla extensional de Daroca. Para aquel que esté interesado en el terremoto de Used, le recomiendo la lectura de un excelente trabajo de J.L.Simón, A. Peiro y G. Simón-Porcar (“Efectos geológicos del terremoto de Used de 1953 (Zaragoza, Cordillera Ibérica”, publicado en ”Geogaceta”, 75, 2024, pp. 107-110, de la Sociedad Geológica de España). Pero el mayor terremoto registrado en Aragón desde que existen registros fiables se produjo el martes 10 de julio de 1923 en el pueblo pirenaico de Martes (Jacetania) con una magnitud de 8 grados en la escala de Mercalli. Hasta finales de aquel año se produjeron 87 réplicas. Se dejó sentir en Zaragoza. No hubo víctimas mortales. Pero toquemos madera. Por algo será el dicho de que “en martes, ni te cases ni te embarques”. Yo añadiría que “mejor aún, ningún día de la semana”. Ambas se me antojan aventuras de muy difícil manejo.
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