miércoles, 25 de julio de 2012

Centinela, alerta



La situación actual en la que se encuentra el Partido Popular es esperpéntica. De Guindos vuela por ahí, ora a Alemania, ora a Francia, con la cartera negra de piel de Ubrique llena de aire. Ahora resulta que lo de Bankia es cosa menor si se compara con los 42.000 millones que debe Cataluña, de los que necesita 5.000 millones ya para hacer frente a los más diversos pagos. ¿Se acuerdan del pobre Ullastres, aquel ministro de Comercio llamando a las puertas de Europa con la peregrina pretensión de que Europa entrara en España? Pues bien, ahora  Alfonso Alonso, portavoz del grupo popular en el Congreso ha pedido a todos los diputados de su partido que “no se marchen muy lejos” estas vacaciones. Lagarto, lagarto. La actual situación, rayana en la astracanada, me recuerda un incidente entre el alcalde de El Ronquillo y el concejal Javier Gordo Vázquez, en el Pleno Extraordinario del 11 de agosto de 1975. Resulta que el concejal Javier Gordo Vázquez se opuso a la aprobación del acta por parecerle excesivos los gastos de representación y la declaración de urgencia de determinadas obras que estaban terminadas desde hacía dos años, presentados por Francisco Senín Fal, el alcalde. Consistían tales “bufandas” en diversas y muy copiosas comidas celebradas en el Restaurante Curro, propiedad de Senín. El concejal pidió al secretario que hiciera constar en acta lo que él exponía. Entonces Senín, de muy malos modos contestó: “En el acta figura lo que a mí me dé la gana, que para eso soy el alcalde”. Al insistir  Gordo sobre ésta y otras irregularidades económicas, Senín, sin poder contener la ira, añadió: “Tú eres un comunista y ahora mismo te voy a meter en la cárcel”, sin que Gordo pudiese intervenir de nuevo. Dicho eso, suspendió la sesión para avisar al sargento de la Guardia Civil, que se presentó de inmediato en el Ayuntamiento. Senín, entonces, le invitó a sentarse con estas palabras: “Siéntese usted aquí, por si tengo que meter a alguien entre rejas”. Alfonso Alonso, que es lo más parecido al superior de un convento, intenta mantener compacta dentro del redil la “mayoría absoluta”, esa “disciplina de partido” hecha carne que habita entre nosotros y que actúa al servicio de un ente volátil con pusilánime cabeza pensante sobre los hombros y los pies sobre una nube. “No se marchen muy lejos -ha sugerido Alfonso Alonso a sus señorías-, por si tengo que llamar al sargento de la Guardia Civil”, como hizo en su día el alcalde de El Ronquillo.

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