Yo me confieso agnóstico pero
entiendo que, si se demostrase científicamente que la idea que se tiene de Dios
resultara es una simple partícula, el bosón de Higgs, se caerían los palos del
sombrajo de todas las creencias y dejarían de tener sentido alguno las
religiones monoteístas, politeístas y sectas. Sólo habría que dejar por
imposible a los fanáticos recalcitrantes. En lo que respecta a los católicos,
que en España constituyen mayoría, habría
que derogar como primera medida lo siguiente: los artículos de la fe, que son
catorce; aquellas cosas que debe saber el cristiano cuando llega al uso de
razón, que son cuatro; el credo; el misterio de la Santísima Trinidad;
el misterio de la concepción de María; la comunión de los santos; los
sacramentos de la Santa Madre
Iglesia, que son siete; las virtudes teologales, que son tres; el pecado
original; los pecados capitales, que suman siete; los enemigos del alma, que
son tres; las potencias del alma, que
son otras tres; los dones del Espíritu Santo, que son siete; los frutos del
Espíritu Santo, que son doce; las bienaventuranzas, que son ocho; la confesión
en romance; el rosario; los errores principales condenados por la Iglesia, que suman
catorce, si incluimos el socialismo, el comunismo, el sindicalismo, el
modernismo y la masonería, etcétera, etcétera. Sólo se dejarían en pie las tres
virtudes cardinales; los cinco sentidos corporales; las obras de misericordia,
que son catorce; y los diez mandamientos, aunque procediendo a incluir enmiendas
en su articulado. Y, como no, habría que derogar de inmediato el último
Concordato, el de 1979, las clases de Religión en los colegios, la Conferencia Episcopal,
los cabildos cardenalicios y la asignación que a la Iglesia Católica se incluye en la Declaración sobre la Renta. Debería mantenerse
Cáritas por la ayuda que presta a los más necesitados, considerando que a esa
ONG la Conferencia Episcopal aporta a lo sumo un escaso 2% del total de
las necesidades, por mucho que ciertos grupúsculos de la Derecha se empeñen en
“rebozar” con romances pastoriles la triste realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario