Leo en “El País” algo que cuenta
Gabriela Cañas y que debería hacernos reflexionar: “Resulta que Rajoy saca
pecho reivindicando la soberanía nacional frente a los objetivos
macroeconómicos de la
Unión Europea y, mientras tanto, algunos de sus
correligionarios, como la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, se muestra
complaciente con un multimillonario americano llamado Sheldon Adelson y su
pretensión de modificar el marco legal español acordado en el Parlamento a
cambio de un dudoso botín”. Invertir 17.000 millones de euros y crear 250.000 empleos en Madrid o en Cataluña
parece el nuevo cuento de “La
Lechera”. Pero, ¿cuánto dinero piensa poner en realidad sobre
la mesa el enemigo número uno de Obama? Tanto a
Esperanza Aguirre como a Artur Mas les invito a leer las hemerotecas de
la prensa aragonesa de los últimos años. En fin, voy a evitar que hagan ese
esfuerzo, que leer cansa. El 13 de diciembre de 2007, Natalia Junquera, bajo el
título “Los Monegros, tierra de espías y casinos”, escribía desde Zaragoza para los lectores de “El País” lo siguiente:
“No pudo ser en Dubai, no pudo ser en Francia, pero va a ser en el desierto de
Los Monegros. De la arena surgirán 32 casinos, 70 hoteles, 232 restaurantes,
500 comercios, un campo de golf, un hipódromo, una plaza de toros, un cámping,
réplicas de las pirámides egipcias, de los templos romanos y hasta una del
Pentágono que servirá de hotel para Spyland, un parque temático sobre el
espionaje. Se llamará Gran Scala y necesita una inversión de 17.000 millones de
euros [los mismos que ahora se piden para Eurovegas] para convertir el desierto
en una tierra de espías y tragaperras. Es más del doble de lo que se invirtió
en Barcelona para los Juegos Olímpicos de 1992 y casi cinco veces el
presupuesto del Ministerio de Medio Ambiente en 2007. Será el segundo complejo
de casinos más grande del mundo tras Las Vegas. (…) Además del dinero, también
hará falta cambiar la ley del juego (que autoriza un máximo de un casino por
provincia), recalificar 2.025
hectáreas de terreno, y llevar agua, tendido eléctrico y
redes de saneamiento hasta Los Monegros, hasta ahora un desierto al uso, es
decir, vacío. El Gobierno aragonés y los promotores confían en llenarlo con 25
millones de visitantes por año a partir de 2015, es decir, más de la mitad del
total de turistas que recibió España en 2006. Es más del doble de lo que se invirtió en
Barcelona para los Juegos Olímpicos de 1992 y casi cinco veces el presupuesto
del Ministerio de Medio Ambiente en 2007. (…) El Gobierno de Aragón dio ayer el
definitivo ‘sí quiero’ a ILD, el grupo de 12 inversores extranjeros
(australianos, británicos, franceses, libaneses, americanos...) que promueven
el proyecto. Lo hizo en su propia sede, [DGA] en un fastuoso acto al que invitó
a 700 operadores y 180 periodistas”. ¿Sigo? Mejor no. Se tomó el pelo a
Marcelino Iglesias y al incauto José Ángel Biel, que pretendía vendernos la
moto. Entonces, no hace tanto tiempo, los embaucadores fueron el grupo fantasma
de 12 inversores de los que nunca más se supo. Ahora, el bribón es el
millonario Sheldon Adelson, cuya fortuna se estima en 24.900 millones de
dólares. Ya verán como todo queda en agua de borrajas. Al tiempo.
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