El Rey, en su viaje a Rusia, ha
comentado a los periodistas: “Cualquier otra persona estaría de baja pero yo
tengo que currar”. Con los debidos respetos, tal frase está fuera de lugar.
Cualquier currante de este país, de aplicársele la actual normativa, estaría ya
en la calle por absentismo, es decir, por sus bajas continuadas. Reconozco que
pretender vender un AVE que haga el trayecto de Moscú a San Petersburgo
con una inversión prevista de 17.400 millones de euros es tarea complicada y
que dichas gestiones sólo pueden hacerse al más alto nivel, pero el Rey no es
precisamente un señor que se mueve en un utilitario y una maleta vendiendo por
los pueblos retales al detall. En cualquier caso, suponiendo que tal venta se
llevase a cabo, tal inversión millonaria no es nada si se compara con el
calvario que sufre el padre de Letizia Ortiz, su abuela y su tía,
que han sido llamados por los tribunales (esta última ha sido imputada) por un
presunto delito de insolvencia punible y deudas de 23.000 euros. España no está
para bromas y hasta la Carrera
de San Jerónimo ha sido protegida con barreras frente al Parlamento. ¿Acaso temen los diputados a las masas cabreadas
del exterior? No lo sé. Por pensar, hasta pienso que es necesario proteger a
los ciudadanos de los diputados por ellos elegidos que están en su interior
urdiendo desatinos amparándose en la mayoría absoluta. Dice Montoro en la
sesión de control al Gobierno que no hay dinero. Esas palabras han sido
suficientes como para que la prima de riesgo suba al máximo. Y para colmo de
males, la patronal de la CEOE
exige más recortes en la función pública. ¿Alguien les ha dado vela en ese
entierro? Algo parecido decía un día sí y otro también el gobernador Fernández Ordóñez con respecto
a los trabajadores de la empresa privada, mientras el Banco de España miraba
para otro lado en el caso de Bankia. Joder, qué tropa.
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