viernes, 27 de julio de 2012

El beato Mario Draghi



Nada, aquí lo que hay que hacer es proponer a Rouco Varela la canonización inmediata de Mario Draghi y dejarnos de pamplinas con el apóstol Santiago, que tiene fama de matamoros y que tantos problemas nos ha traido con los vecinos del sur durante siglos; más ahora, cuando se han cumplido 800 años de la batalla de Las Navas de Tolosa y el ABC ya haya dado buena cuenta de ello en el interior de sus páginas. Aquí de lo que se trata es que la prima esté cómoda. Mario Draghi ha conseguido disminuir la presión sobre la deuda española con una especie de laxante eficaz al estilo de la purga de Benito, al decir que el Banco Central Europeo “podría tener un argumento para volver a actuar en el mercado de la deuda”. Ya respira Rajoy. Ya puede marcharse tranquilo a las Rías Gallegas a sentarse sobre un cantil, mirar las nubes que pasan y canturrear  pensando en la Merkel, en el Dax y en el Bundesbank, que son tres personas distintas y un solo dios verdadero,  aquello tan bello de “non che vayas rianxeira / que che vas a marear”. Lo de Miramamolín, las cadenas sarracenas incrustadas en el escudo de Navarra y el pendón de Castilla que se conserva en  el Monasterio de las Huelgas mejor no airearlo. Fue un desquite de la batalla de Alarcos y salió bien. Menos mal. De ahora en adelante, el que tenga alguna queja, que escriba a Soledad Becerril, marquesa de Salvatierra y  nueva Defensora del Pueblo. Siendo ministra de Cultura con el Gobierno de Calvo Sotelo, Alfonso Guerra la comparó con Carlos II El Hechizado por su barbilla zoqueta. De momento ya ha señalado Becerril que la institución se va a desprender de tres coches oficiales, de los seis de que dispone. “Aquí tenemos que venir todos ya viajados”, ha dicho. Pero insisto en que Rouco debe proponer a Benedicto XVI la canonización de Draghi, que además es romano de nación. Lo malo es que fue vicepresidente de Goldman Sachs international, es decir, la compañía  que asesoró a Kostas Karamanlis sobre cómo ocultar la verdadera magnitud del déficit griego. ¡Lástima que no fuese amigo íntimo de Rodrigo Rato! Otro Bankia nos cantaría.

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