viernes, 20 de julio de 2012

Sostenella y no enmendalla



Recordaba Antonio Gala en un artículo, “Welcome to Spain”, que las espadas toledanas solían llevar, grabadas en su hoja, estas palabras: “No la saques sin razón, / pero después de sacalla, / con razón o sin razón, / sostenella y no enmendalla”. Esto viene a cuento con lo que está pasando hoy en España. El Gobierno que preside Mariano Rajoy se está equivocando de medio a medio, culpa de los problemas a  la herencia recibida y da palos de ciego por ver si de chiripa corrige la inercia de los mercados. Pero los mercados son tercos, las leyes se aprueban en la Cámara en solitario y la ayuda que  ofrece Pérez Rubalcaba en momentos de máxima dificultad es escuchada con desdén desde las filas de la Derecha. En algún sitio he leído que Rajoy no desea ayudas sino adhesiones inquebrantables. ¿De qué me suena eso? Caricaturesco panorama se presenta delante de los ojos del sufrido ciudadano. Estos gobernantes pretenden gravar con un 21% de IVA el material escolar, los plumieres infantiles, los cuadernos de tareas y los lapicillos de colores. Y Wert sonriendo por haberse conocido. El escalofrío que produce el níquel (no sé si los euros son de níquel) no es nada comparable con la angustia que supone su ausencia. El Gobierno ha conseguido, eso sí, lo que no pudieron los anteriores por más que lo intentaron, es decir, arruinar al pueblo a costa del Estado. Me produce carcajadas que el Rey, viniéndose arriba como los toreros de postín, se rebaje un 7’1% de su sueldo y el Heredero algo menos. ¡Pero si no se rascan el bolsillo ni con dinero del “monopoly”! Es un gesto, por decir algo. Bueno, puestos a hacer gestos, que no se vaya de veraneo a Mallorca mientras la prima de riesgo supere los 600 puntos y mientras sigan vivas las protestas ciudadanas recorriendo las calles de todas las ciudades. Navegar por las costas mallorquinas a bordo de un yate que pertenece a Patrimonio y que, en consecuencia, es el pueblo el que corre con todos los gastos, no es buena idea en tiempos de recesión, paro creciente y miseria colectiva galopante. Aquí, si no se cambia el rumbo político, pronto no habrá otra barca en el horizonte de la clase media que la de Caronte. Las cosas se saben cómo empiezan. Nunca cómo terminan. De eso supo algo Alfonso de Borbón y Habsburgo-Lorena. Sostenella y no enmendalla, como hace ahora el Gobierno, escudándose tras el decorado de una mayoría absoluta de 180 diputados, suele acabar mal, muy mal, cuando el encargado de la tramoya, en este caso Rajoy, no está preparado para hacer bajar sobre el escenario y con la ayuda de una grúa y unas cuerdas al “deus ex machina” que resuelva su peliagudo nudo gordiano.

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