martes, 31 de julio de 2012

Seguir buscando


Miguel Ángel Aguilar en “El País” y Marcello, el perrillo de Aurora Pavón, en “República.com”, ya buscan en sus  respectivos catálogos custodiados con siete llaves en el interior del hipotálamo al Mario Monti español, o sea, al nuevo “Leopoldo” con cara de palo y hechuras de juez de la horca; a ese “Mesías” de la cosa pública que levante alfombras y abra ventanas; al adalid que nos sirva de guía y nos dé promesa de un cielo que nos tiene preparados… La esperanza es lo último que se pierde. A Marcello  le vienen a la cabeza tres nombres: Ignacio Sánchez Galán, de Iberdrola; Pablo Isla, de Inditex; y Manuel Pizarro, de Teruel. Y a Aguilar,  Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo, sobrino del “protomártir” y marqués de la Ría de Ribadeo, que está por encima de conde de Ribadeo, título nobiliario que ostenta la duquesa de Alba. Leopoldo, autor de “Pláticas de familia”, “Papeles de un cesante” y “Memoria viva de la Transición”, iba de segundo junto a Landelino Lavilla cuando se produjo el desastre de UCD, la mayor calamidad histórica desde la batalla de Cavite. Pero Miguel Ángel Aguilar es consciente de que Leopoldo fue un político que tocaba muy bien el piano, pero el piano de 88 teclas, no el otro. A mi entender, ni Ignacio Sánchez  ni Pablo Isla estarían por la labor de meterse en ese jardín. Son inteligentes, conocen la “Ley de Murphy” y son conscientes de que si algo puede salir mal, saldrá mal. El caso de Pizarro es distinto. Fue presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro entre 1998 y 2002. Lagarto, lagarto. Nada. No sirven. Hay que seguir buscando.

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