Considera Joseph Ramoneda, y en
eso coincido con él, que “es obsceno que el presidente utilice al Rey
haciéndole presidir un Consejo de Ministros previo al que decidirá parte de los
nuevos recortes. Rajoy quiere implicar al Monarca en responsabilidades que solo
son de su Gobierno, para hacer creer a los españoles que ‘es lo que hay que
hacer’ y que ‘no se puede hacer otra cosa’, para convertir su repentino giro en
objetivo nacional compartido y así neutralizar cualquier discrepancia”. En un
espléndido artículo en “El País”, Ramoneda recuerda al lector que a Rajoy le
gusta eludir responsabilidades, que pretendió
vivir del descrédito de los socialistas, que más tarde trató de ganar
tiempo negando lo evidente, que trató de convertir en ayuda pública el rescate
bancario, etcétera. Los españoles estamos subsumidos en la más absoluta
desesperanza. Pero el presidente del Gobierno de España se niega a aumentar los
impuestos de las clases altas, a recortar vergonzosas prebendas a la Iglesia Católica, a recortar
coches oficiales y mamandurrias mil a la clase política y a rebajar la actual asignación a la
Casa Real. Ha optado por lo más fácil desde
su concepto neoliberal de la política, es decir, por los recortes a los que
menos tienen y por el aumento gradual de los impuestos indirectos, los más
injustos. Arruinar un pueblo a costa de un Estado tiene sus riesgos. Según
Ramoneda, señalar, como ha señalado Rajoy que “los españoles no podemos elegir
si hacemos o no sacrificios. No tenemos esa libertad”, es una forma surrealista
de tirar la toalla pero sin perder el poder otorgado en las urnas. Para
Ramoneda, “frases así un gobernante sólo debería pronunciarlas un minuto de
antes de presentar su dimisión. Si no es capaz de hacerse responsable de las políticas
que dicta, un jefe de gobierno no debe continuar”. Está claro.
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