Javier
Pérez Royo, en su columna en Eldiario.es,
recuerda que “La Constitución de 1978, como lo fue la Constitución de 1876, es
la Constitución de una Restauración monárquica y, por lo tanto, su suerte está
ligada a la de la Monarquía. La crisis de la institución monárquica es la única
crisis para la que la Constitución no tiene respuesta”. Pérez Royo hace un poco
de historia y recuerda a los lectores lo que aconteció en la década de los 20
del siglo pasado tras el desastre de Annual y de la posterior Comisión Picasso que terminó siendo el
detonante para el golpe de Estado de septiembre de 1923. En este sentido, en
referencia al “affaire Corinna”,
recuerda Pérez Royo que “si la Monarquía no resulta compatible con una
investigación parlamentaria sobre ella, su suerte está echada”. Pérez Royo
entiende que “la Segunda Restauración se encuentra en una situación similar a
la que se encontró la Primera (…) cuando se constituyó una comisión de
investigación para depurar responsabilidades por aquel enorme fracaso. La
comisión de investigación parlamentaria se convirtió en inmanejable para la
Constitución de 1876”. En resumidas cuentas, Pérez Royo parece rotundo en sus
planteamientos: “Lo decisivo es si la Monarquía española en este momento puede
soportar una investigación [de Juan
Carlos de Borbón] como la que se propone en el escrito en el que se solicita
la constitución de la comisión de investigación. Si por la razón que sea dicha
investigación no es soportable, la Monarquía no puede continuar siendo la forma
política del Estado español”. Por otro lado, en el último artículo de Jaime Peñafiel en República.com (23/07/2018) este periodista escribía algo que,
particularmente, se me antoja inquietante: “No se entiende que en una monarquía
reinante existan dos reyes. Como tampoco que la Jefatura del Estado sea
bicéfala, como aquí en España. Siempre he considerado que eso de ‘los reyes’,
cuando se habla de Felipe y Letizia, no es correcto. Solo existe…
el Rey. Ella es la consorte. No lo digo yo. Lo dijo en su día Doña Sofía: “Yo no tengo un estatus
propio, como reina. El rey es él. Yo tengo un estatus como consorte del rey.
Consorte, ese es mi estatus personal” (Pilar
Urbano. “La Reina”. Plaza y Janes
1996. Página 309). A mi entender, el actual Rey Emérito está aforado pero su figura dejó de ser inviolable en
el momento justo de su abdicación a la Corona; es decir, el 2 de junio de 2014;
y se hizo efectiva el 19 de junio de ese año al publicarse en el BOE la Ley
Orgánica 3/2014 de 18 de junio, donde también se señala que ostentará la
dignidad de “rey” de manera vitalicia.
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