Ignacio
Camacho,
en su artículo de ABC, “Del portazo al desplome”, afirma que “Rajoy no vio venir a Casado. Lo desdeñó como antes a otros
fenómenos emergentes: a Podemos, a Cs, a Pedro
Sánchez hasta un minuto antes de su golpe de mano”. (…) “Quizá lo que más irrite a los tardomarianistas es que su
fracaso representa una vendetta indirecta del Congreso de Valencia de 2008, cuando Rajoy se decidió a liquidar al
aznarismo. El triunfador ha recuperado los conceptos de Aznar y de Aguirre, los
valores orillados del liberalismo de la mayoría social, y se ha impuesto
moldeándolos con su propio estilo, directo, elocuente, emotivo”. Esperemos para
ver. La derecha se ha escorado a estribor y lleva camino de recuperar los casi
tres millones de votos perdidos y trasvasados a Cs. Ya en enero pasado, FAES
anunciaba que “ni el PSOE ni el PP han perdido los votos que han perdido por
ser el PSOE y el PP, sino, más bien, por dejar de serlo sin dar
explicación alguna de ello y ambos han
dejado a la intemperie a una parte muy significativa de su electorado, lo que
han sabido aprovechar los partidos emergentes”. Lo cierto es que el
panorama político actual, con Casado en la Presidencia del PP y Sánchez en la
Presidencia del Gobierno va a mover las encuestas de forma salvaje. Se volverá
al bipartidismo (como en el viejo Pacto
de El Pardo: rey, cortes, constitución y turno) y los partidos emergentes formarán parte de esas nuevas encuestas
de forma residual. Hasta el rabo todo es toro y el baile de los gráficos y de
los parámetros de ponderaciones estadísticas no ha hecho más que empezar.
Quedan dos años por delante hasta las elecciones generales; y, antes de ello,
el ensayo de las municipales, autonómicas y europeas. Ahí veremos por dónde van
los tiros, o si la cabra tira hacia los Picos de Urbión o hacia la Sierra de
Armantes.
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