De
los 105 artículos recopilados por Camilo
José Cela en su “Garito de
hospicianos” me quedo con la dedicatoria: “A Matildita, coima en desuso, punto del biribís…”, etcétera. El
biribís, que yo sepa, es un juego de azar de origen francés precursor de las
actuales lotería y bingo parecido a la ruleta, prohibido por ley en 1837. Los biribís o biribises son, también, unos
anillos de ganchillo tejidos con el punto del biribís. Pero el juego, a eso
iba, consistía en lo siguiente: una tabla (biribís) dividida en varias casillas
cuadradas o redondas cada una con su número, pintadas de diferentes ricuras. En
una bolsa se ponían tantas bolitas como casillas y dentro de cada bolita había
un papelillo enrollado con el número
correspondiente a cada una. Los jugadores apostaban el dinero que
querían en una o varias casillas y moviendo la bolsa el que llevaba el biribís,
se la daba a otro para que escogiera una bola. Se leía el número que señalaba
ganando multiplicadamente todos aquellos que habían apostado en la casa con el
mismo número. De la misma manera que hay individuos que adoran al santo por la
peana y políticos que se alzan con el santo, la peana y el cepillo de las
limosnas por arte de birlibirloque, reconozco que yo, en ocasiones, paseo por
la madrileña Cuesta de Moyano y compro algún libro por haberme gustado la
dedicatoria. Según Cela, su tía Micaela,
la tía de Matildita, “tuvo amores con mi cuñado Nicolás Tordillo, campeón provincial de billar (especialidad tres
bandas). Nuestras familias, desde entonces, ni se saludan”. Y ya puestos, coima,
Matildita era coima en desuso, tiene dos acepciones: la primera, mujer que
convive con un hombre sin estar casados entre sí; y la segunda, sueldo que
percibe el garitero por preparar las cosas necesarias para las mesas de juego.
Quédese el lector con la acepción que más le satisfaga.
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